martes, 24 de mayo de 2022

Otro día

No era el trabajo que quería, pero desempeñarlo en aquel hotel le daba un aliento más que necesario para seguir haciéndolo con un atisbo de entusiasmo en el horizonte. Esa jornada le tocaba turno de noche, llegó con tiempo suficiente para saludar a los recepcionistas que acabarían su horario en poco menos de 20 minutos. Los trabajadores del hotel eran muy profesionales; exquisitos en el trato, amables y muy buenos compañeros, daba igual que fueras el "segurita" o el jefe de mantenimiento. Ya todos se habían ido, solo quedaban en el hotel el recepcionista de noche y algún camarero que se apuraba para dejarlo todo perfecto para el desayuno. Linterna en mano y dispuesto a afrontar una nueva madrugada se dirigió a la zona de los pasillos con su rutina habitual. Caminó por la escalera de la planta 10 a la 1, observando que todo estuviera tranquilo, sin sobresaltos. Ese día tenia la tristeza alojada en su mente, no hace mucho uno de sus mejores amigos había fallecido por un terrible cáncer de hígado. Escuchaba una y otra vez los audios de whatsapp que conservaba con su voz, de alguna forma lo resucitaban. -Le dieron 6 meses y duró 10 años- se repetía mientras llegaba a la planta 5. Justo antes de llegar al pasillo escuchó un breve pero intenso gemido que provenía del balcón del frente. No se creía lo que estaba viendo, una joven de no más de 20 años con medio cuerpo fuera del ventanal y claros propósitos suicidas. El vigilante la miró sin mover un solo músculo, ella también a él. Posiblemente fue la mirada más incómoda de la historia. Él sólo pudo hacerle un mínimo gesto con la cara que hablaba mil palabras por segundo, por su mente pasó su amigo y todos aquellos que habían muerto sin que pudiera hacer nada. Pero no ese día no, no podía quitarse la vida alguien en su turno y menos delante de sus narices. El momento duró no más de 30 segundos, pero salvó esa vida. Su deseo no era egoísta, de verdad, pensó en que no no podía acabar su vida así. Daba igual lo que hubiese pasado tras esa puerta o tras esa vida. Mañana habría un día espectacular que disfrutar, has venido a Canarias para eso, no para morirte. Te despertarás, abrirás ese balcón y verás el sol , bajarás te tomarás el desayuno más exquisito de tu vida y disfrutas como una niña de la animación en la piscina. No vas a tirarte de esa estúpida ventana no, en mi turno no. Ella, como si los gritos de aquel pensamiento le golpearan la conciencia se bajó despacio y entró a su habitación. Por la mañana la vida hizo que la suicida y el vigilante se cruzaran en recepción, ella agachó la mirada, él disimuladamente le tocó el hombro con ternura. Nunca habían hablado dos seres humanos tanto sin decirse nada. Aquel día amaneció como otro, pero no claro que no, era mucho más que otro día.

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