El día se volvió distinto a cualquier otro, a partir de ese momento sabia que la vida me cambiaria para siempre, y no, en principio no te diré adiós, ni siquiera sé si todavía estas ahí. Sentí en todo momento los ojos de los demás en la nuca, me susurraban cosas, me juzgaban por como actuaba, creo que era yo misma la que lo hacia y ellos solo me acompañaban. En el preciso momento en el que entre a aquella habitación, simplemente no pude alzar la vista del piso, solo realice el recorrido justo para tomar tus cosas y salir sin más, sé que alguien me dijo que te despida, pero seguí mi camino, como si no escuchara, hasta toparme con mucha gente en la sala de espera.
El sentimiento de soledad ardió dentro mío, creo que todavía lo hace. Las personas en aquella sala llena de sillas frías, y paredes pintadas de colores claros hablaban, preguntaban, y decían cosas que hasta el momento no recuerdo bien, y aunque sus intenciones eran buenas simplemente no cabían, ni la bondad, ni el consuelo, ni ningún sentimiento, no cabía nada más porque cuando un vaso de agua se colma por más líquido que quieras meter sea puro o no, simplemente no entra, necesitaba vaciarme, pero no allí, no así.
Recuerdo como de alguna manera me levante, y todos los días pensaba que era un sueño, al abrir los ojos el dolor volvía porque no era así. Mi enojo crecía como un árbol fuerte y firme dentro, porque te fuiste tan rápido, porque todavía había por compartir, porque encontraba en cada momento tantos porque no tenía que ser así. Pero después de algún tiempo, cuando tu olor no se iba todavía entendí, que eso era lo que yo quería, lo que mi vida necesitaba y no la tuya, entendí que cada cual tiene su tiempo y tenia que dejar de escuchar a mi ego, entonces y solo entonces dolió. Dolió, como si todo el mundo se acabase, como si el viento dejara de soplar, como cuando el calor te quema, como cuando hay sed en el desierto, dolió como duele el desapego, las esperanzas y la resignación.
Los días volvieron a cambiar para mí, ya pasaron tantas lunas y soles, que empecé a verlos diferentes, como si de repente usara nuevos anteojos y el sentimiento de soledad que ardía dentro mío se apagó, pudiéndose llenar de nuestra historia, de nuestros momentos, ahí estabas, ahí estuviste todo el tiempo, entendí que jamás te ibas a ir, que estas en la risa, en el abrazo, en el amor, en cada momento de vida, eso es la vida, los momentos que vivimos, en mi historia, en mi vida, conmigo. Recuerdo como de alguna manera me levante amándote más incluso que antes y no, aunque sea un nuevo día, en principio no te diré adiós.
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