martes, 24 de mayo de 2022

Pedazos

Hoy se me ha desprendido el brazo izquierdo. Estaba fregando los platos, como todos los días y, de repente ha caído, sumergiéndose en la nube de espuma del fregadero. No ha emitido sonido alguno, tampoco ha salpicado, como si no quisiera molestar.

Hace tres meses fue la oreja derecha. Recuerdo que me alteré muchísimo y que pasé semanas reflexionando sobre el motivo ¿Había sido la televisión? ¿El programa de radio nocturno? Por más que le di vueltas, no logré encontrar una razón. Solo sabía que ya no estaba y que todo sonaba más apagado: las noticias, los deportes, los aplausos... ¿Y si llamaban mis hijos, los oiría?

Tres semanas después le siguió la lengua. Esta vez no me pilló por sorpresa. Cayó de mi boca plácidamente, mecida por el viento como la hoja de un árbol. Admito que no la eché de menos. Tras cuatro meses solo, encerrado en casa sin saber de ella, se había convertido en algo prescindible, circunstancial, un poco como yo.

Hace seis meses que una ambulancia se llevó la parte más importante de mí y, desde entonces, el cuerpo se me cae a pedazos. No sabría decir porqué, tampoco si me importa. Solo me pregunto ¿Quedará algo de mí cuándo esto acabe? ¿Acabará esto?

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