Independientemente del tipo de ruptura acaecida, comprenda que no hay recetas y que será necesario poner manos a la obra.
No se trata de un trabajo, sino de un emprendimiento singular, donde usted podrá, con creatividad, no sin sufrimiento y en el mejor de los casos, establecer otra relación con lo perdido, y por ende, con usted mismo y su vida. Como verá, no es algo ni rápido ni de fácil resolución. Es por esto, que aquí le dejamos algunas sugerencias a las que pueda recurrir en tan trágicos y dolorosos como inevitables sucesos.
Consiga cajas de cartón y asegúrese de disponer de una gran cantidad de pañuelos descartables.
Haga un inventario de cercanías amorosas disponibles y dispuestas a acompañar. Pueden ser libros, música, películas, mascotas, plantas. También amistades, familiares comprensivos, el verdulero, la peluquera, el analista. Del mismo modo, personas de las que nunca pensó ni esperó compañía y hasta inclusive, desconocidos ocasionales podrán ir agregándose a la lista.
No haga como si nada hubiera ocurrido. Con cuidado y dedicación bríndele un espacio en su mundo a éste dolor, cobíjelo y tómese el tiempo para reunir y embalar todos los recuerdos, las ilusiones rotas y los sentimientos achicharrados. Puede acompañar estos momentos con infusiones de lavanda y pasionaria, vino o cerveza, todo con estricta moderación.
Primero deberá hacer una limpieza profunda en usted del otro. Sacar con paciencia las astillas, las crueldades, los silencios. Esterilizarse del aliento, la voz, la piel, el olor, la mirada, la presencia. Deberá inspeccionar con escrupulosidad y decisión cada rincón de su cuerpo, todos los bolsillos de su mente y algunas esquinas del lenguaje. Diseccionar palabra por palabra cada carta, conversación o sueño para ir distinguiendo qué es suyo y qué del otro.
La selección y guardado de un amor acabado es un tiempo dislocado. Si tiene la oportunidad pídase unos días en el trabajo para no tener que estar supeditado a obligaciones que le impidan transitar períodos de llanto, angustia y desolación sin tapujos.
No se asuste. Puede que usted no registre hambre, sueño, frío, calor, día, noche, adentro, afuera, alegría, esperanzas, ganas, entusiasmo, deseo. Es factible que le queden sensaciones que usted no recordó guardar y las encuentre después. Existe también la posibilidad de que los días de licencia se le agoten y deba aprender a llorar en el baño de la oficina, o disimular el desánimo ante los jefes.
Preste particular atención al almacenado para evitar roturas, pérdidas y confusiones. No tire, regale o queme el contenido de las cajas hasta tener claros indicios de que es necesario hacerlo. Sucede con los afectos que pasan a ser desechos y desperdicios en el porvenir, por lo que es aconsejable no descartar en un arrebato de furia o dolor, nada. Llevará más que horas reloj el archivado de ese amor perdido, mientras, consérvelo en un lugar fresco y lejos del alcance de los niños y de las noches, en lo posible.
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