lunes, 9 de mayo de 2022

Para la niña de mis ojos

Mi niña,

Mira esta estrella brillante en el cielo. Mira el rayo del sol, siéntelo sobre tu piel morena. Cierra los ojos y entrégate a la belleza que te toca, te rodea y te acaricia. Soy yo, mi niña. Sé que es difícil para ti entender, comprender en este momento. Tu corazón, tan frágil y puro, tan inocente, no es capaz de lidiar con la pérdida. Pero, mi niña, no estoy perdida. Estoy en ti. Siempre y por siempre, viviré en tu corazón. En tus recuerdos, en tus labios, en tu sonrisa. Cada vez que pienses en mí, y sé que serán muchas, será como infundir un respiro más a mi alma libre.

Estoy a tu alrededor, mi niña. No rompas las cosas; los pequeños detalles donde vivimos las dos. No tires a la basura nuestras fotos, hoy te lastiman y mañana te ayudarán a recordar mi rostro, las arrugas en mi frente y mi sonrisa. Serán un portal a nuestra vida, juntas, al único lugar donde nunca nadie podrá separarnos. Tu corazón, tus recuerdos.

No tiembles, mi niña. No le des el poder al miedo, al dolor. No hay vuelta atrás, no podemos volver el tiempo. Es la vida, mi niña. La vida es hermosa, divertida, feliz. Tienes una vida por delante, una vida que te espera solo a ti. Para mí, la vida fue implacable. Y la muerte, mi niña, es irreversible. Búscame en las estrellas, en los rayos del sol. Búscame dentro de ti, en tus manos siempre tendrás mi corazón. No pidas imposibles, mi niña, no hay un camino de vuelta. No volveré, pero nunca me iré del todo también.

No llores, mi niña. No lo puedo soportar. Nunca quise hacerte infeliz. Pregúntale a tu abuelo, la cosa que prometí cuando te tomé en mis brazos por primera vez; ese bulto de vida que lloraba incansable, la música para mis oídos adoloridos. Prometí siempre protegerte, limpiar tus lágrimas y hacerte feliz. Hay promesas que, por más que intentamos, no podemos mantener. Lo siento, mi niña. No estuvo en mis manos. Ser la razón de tus lágrimas es mi mayor miedo, por favor, no llores, mi niña.

Llévame flores, mi niña. Las rosas del jardín que juntas plantamos. Las que vimos brotar y crecer, las vimos florecer. Corta una y tráemela. Ponla en mi casa eterna y no llores. Sonríe. Quiero ver tu sonrisa bañada por la luz del sol, tus pelos meciéndose en el viento. Aquí estoy, mi niña.

Siempre a tu lado, siempre acompañándote. En la brisa, en las gotas de lluvia, en los primeros copos de nieve de invierno. En el agua cálida del mar, en los granos molestos de arena. Siempre a tu lado, mi niña.

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