Cómo te conocí no tiene importancia. Hay muchas formas diferentes de conocerse, pero la nuestra fue especial. Mentiría si dijera que no sabía que estabas enfermo, los temblores de tus manos eran evidentes. También mentiría si dijera que sabía dónde me metía.
Parkinson, esa enfermedad tan conocida y descononocida a la vez. Solo son temblores, dicen todos. Eso es lo que ellos ven. Los temblores de tu cuerpo, pero ¿y los temblores de tu cerebro?
Pude salir corriendo la primera vez que subí a tu casa.¿Ordenando? ¿De verdad estabas ordenado?, eso me dijiste. Montones de cajas vacías se acumulaban por los rincones. Decenas de tubos de pegamento, tuercas y tornillos y otras "coñas" como tú las llamas, invadían tu casa. Pero son tus coñas y nadie debe tocarlas, allí siguen. Solamente te imporata tu basura, las reuniones de amigos se acabaron. ¿O es que huyeron de ti?
¿Cómo estás? ¿Tomas la medicación? A ver si nos vemos. Esas son las preguntas que recibes por teléfono cuando te llama alguno de ellos. Se preocupan por tu salud, pero ¿qué salud? No tienes colesterol, ni azúcar, ni nada que pueda reflejarse en una analítica. ¿Y tu salud mental?, eso es otra cosa. Deberían preguntar: ¿Sabes quién soy? ¿Comiste hoy? ¿Dormiste bien? Porque no sabes quién te llamó, ni te acordaste de comer. De dormir, mejor no hablar, tu lugar favorito para hacerlo es sentado en la taza del váter. Después, cuando llega la noche, la pasas moviendo cosas de un lado a otro.
¿Por qué no me fui? Porque estabas solo. Porque la mancha la tienes en tu cerebro y no en tus ojos. Porque a través de ellos pude ver el hombre que fuiste, el hombre que seguirías siendo si esa maldita enfermedad no se apoderara de tu cerebro.
No te preocupes, yo seguiré contigo. Seguiré tirando tus coñas a escondidas y tú ni te enterarás, porque ya habrás encontrado otras. Seguiré detrás tuyo por el pasillo para evitar que tropieces. Seguiré apartando tus revistas y recortes de periódico para ir al baño. Seguiré dando patadas a botellas vacías para entrar en la cocina. Seguiré aguantando tu mal humor, incluso tus momentos agresivos a causa del dolor. Seguiré a tu lado hasta el final, porque tú necesitas que te quieran. Seguiré a tu lado porque yo necesito quererte.
Parkinson, esa enfermedad tan conocida y descononocida a la vez. Solo son temblores, dicen todos. Eso es lo que ellos ven. Los temblores de tu cuerpo, pero ¿y los temblores de tu cerebro?
Pude salir corriendo la primera vez que subí a tu casa.¿Ordenando? ¿De verdad estabas ordenado?, eso me dijiste. Montones de cajas vacías se acumulaban por los rincones. Decenas de tubos de pegamento, tuercas y tornillos y otras "coñas" como tú las llamas, invadían tu casa. Pero son tus coñas y nadie debe tocarlas, allí siguen. Solamente te imporata tu basura, las reuniones de amigos se acabaron. ¿O es que huyeron de ti?
¿Cómo estás? ¿Tomas la medicación? A ver si nos vemos. Esas son las preguntas que recibes por teléfono cuando te llama alguno de ellos. Se preocupan por tu salud, pero ¿qué salud? No tienes colesterol, ni azúcar, ni nada que pueda reflejarse en una analítica. ¿Y tu salud mental?, eso es otra cosa. Deberían preguntar: ¿Sabes quién soy? ¿Comiste hoy? ¿Dormiste bien? Porque no sabes quién te llamó, ni te acordaste de comer. De dormir, mejor no hablar, tu lugar favorito para hacerlo es sentado en la taza del váter. Después, cuando llega la noche, la pasas moviendo cosas de un lado a otro.
¿Por qué no me fui? Porque estabas solo. Porque la mancha la tienes en tu cerebro y no en tus ojos. Porque a través de ellos pude ver el hombre que fuiste, el hombre que seguirías siendo si esa maldita enfermedad no se apoderara de tu cerebro.
No te preocupes, yo seguiré contigo. Seguiré tirando tus coñas a escondidas y tú ni te enterarás, porque ya habrás encontrado otras. Seguiré detrás tuyo por el pasillo para evitar que tropieces. Seguiré apartando tus revistas y recortes de periódico para ir al baño. Seguiré dando patadas a botellas vacías para entrar en la cocina. Seguiré aguantando tu mal humor, incluso tus momentos agresivos a causa del dolor. Seguiré a tu lado hasta el final, porque tú necesitas que te quieran. Seguiré a tu lado porque yo necesito quererte.
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