lunes, 27 de abril de 2020

Revelación

Qué agotadora la tristeza del sauce a través de la ventana y me pone de los nervios el repiqueteo de la lluvia en el cristal. Huyo de todos, no puedo evitar aislarme. Huyo con mis armas porque mi situación es desoladora aunque quedan pequeñas sorpresas, pequeños logros y afectos que me ayudan a dar las gracias todavía. Me siento en la cama y, de pronto, empieza el tiroteo de voces en mi cabeza, conocidas y desconocidas. El temor aprendí a superarlo, pero no puedo evitar que mis pupilas giren hacia arriba en este momento. Sé cómo pararlo porque fue una revelación que tuve hace tiempo. Cuando tenía mi familia, la que yo misma creé y era tan feliz en el triángulo de apoyo y afecto cuyos vértices eran mi marido, mi hijo y yo. Entonces también solía pasarme. La psiquiatra me dijo que era un efecto extrapiramidal de la medicación antipsicótica, un efecto secundario, vamos, para qué utilizar tecnicismos y que no era importante. Recuerdo que se lo conté a mi ex. Que era como un bombardeo hacia mi persona. Una lucha por seguir hasta que se marchaban dejándome exhausta. Entonces él me preguntó "pero, las voces las oyes dentro de tu cabeza o fuera?", " dentro" le contesté yo. "Ah, bueno pero entonces eres tú misma". No supe cómo interpretarlo pero por su tono de voz deduje lo mismo que me había dicho la psiquiatra "no se trata de nada importante" - Y el miedo injustificable?, A qué juegan?, A qué juego? - Me pregunto ahora. Años después, viviendo con mi madre, después de separarme y con problemas con el alcohol me volvió a ocurrir. Era por la mañana y estaba sola en casa, tenía que bajar a comprar vino. Pero iba ciega, sin haberme puesto ciega todavía. Pensé - baja y cómpralo como puedas y luego ya, en tu casita, miras todo lo que quieras hacia arriba". Cuando regresé me senté en mi cama a tomármelo. Empezó el miedo, lo terriblemente molesto de no poder dejar de mirar hacia arriba y las voces las imaginaba como un grupo de esqueletos deslizando en el aire sábanas, como el viento que igual que se lleva una hoja la trae de nuevo. Aunque tenía miedo también sentía amor, una cierta comodidad o alivio dentro de lo jodido de una esquizofrenia. Entonces recordé lo que mi ex me dijo "ah, bueno pero eso eres tú misma". Después de intentar abrir la puerta de todos los enfilados coches bajo una enfurecida tormenta una se abrió y el Sol, se puso, de repente tras mi ventana. Pensé -ya, pero si soy yo misma, por qué voy a ser tan mala conmigo misma?- Fue como una revelación y funcionó. Aprendí a pararlo. Ya no soy tan mala conmigo misma. De eso ya se encargan otros y con eso ya es más que suficiente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario