miércoles, 29 de abril de 2020

Autovía a la madurez

Natalia y María son amigas y tienen la misma edad. Desde hace tiempo han planeado un viaje a un congreso en la capital que tendrá varios módulos en pueblos aledaños y la mejor forma de transportarse de un lugar a otro es rentando un coche.

Las dos saben manejar, tomaron el curso en la misma autoescuela y tienen carnet. Ninguna tiene auto propio pero en ocasiones sus padres les prestan el carro para ir al Bachillerato o al mercado; con más frecuencia a Natalia.

Cuando fueron a rentar el coche, María le pidió a Natalia que fuera la conductora responsable y ella se pondría como segunda opción. María tiene pánico de tener un accidente, así que Natalia tranquilamente accedió conducir el automóvil durante todo el trayecto. 

En la carretera, María le decía a Natalia que admiraba que no le diera miedo que la multaran y como sabía tomar las salidas y rotondas.

-Tú también sabes, en la ciudad lo haces y cuando vamos al centro comercial en el coche de tu madre… cuando te lo presta- comentó Natalia sin comprender que pasaba con ese miedo desmedido de María. 

Así pasaron los días y en cualquier oportunidad que Natalia le ofrecía a María manejar, ella simplemente se negaba exagerando su torpeza y poniendo pretextos.

Llegó el momento de volver a su ciudad y Natalia le dijo a María que ella iba a manejar; no había razón para que no lo hiciera. Ella con ojos suplicantes le respondió que no podía. Simplemente era obvio que lo iba a chocar o atropellaría a alguien.

-No entiendo por qué María… tú sabes manejar- exclamó.

-Yo tampoco entiendo como tú puedes manejar tan tranquila un auto que no es tuyo sin que nadie te dirija y en un lugar que no conoces- respondió irritada

-María… ¿En qué piensas cuando manejas?- la cuestionó

Guardó silencio un momento y muy seria dirigió sus ojos a punto de llorar hacia su amiga.

-Veo a mi mamá diciéndome que manejo mal y que le da miedo que tenga un accidente.

-¡Te das cuenta María! simplemente estas proyectando el miedo de alguien más a tu vida. POR SALUD MENTAL debes dejar de escuchar esa voz que no es tuya en tu cabeza.

-¿Sabes por qué a ti no te da miedo manejar? Porque a ti NADIE TE DIJO QUE NO PODÍAS y a mí me lo repiten desde el día que comencé la autoescuela. Es muy frustrante; cada vez que mi madre me presta su auto siempre lo acompaña con un sermón catastrófico. 

Natalia miro a María y le dijo: - SON SUS MIEDOS los que te están atormentando. Eres una hija responsable, la gente aprende practicando y tú solo tienes que ser precavida y concentrarte… Así que como tú amiga que te quiere te digo: TÚ PUEDES, vas a manejar de regreso y yo estaré aquí para que no tengas miedo. 

Nunca sabrás de que eres capaz si no lo intentas. Si te da miedo, HAZLO con miedo.

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