El sigiloso susurrar de un pajarillo me despertó. Aún no había amanecido. La rosa permanecía intacta sobre la mesa como si se hubiera detenido el tiempo.
En mi mente hay mucho ruido…
Y va pasando la vida... Y surcas mares, montañas, valles, afluentes y ríos… en busca del amor perfecto. El amor puro, el amor verdadero. Te levantas cada mañana y te miras al espejo. Continúa el anhelo. Calles desiertas, luces apagadas, silencio. Una sombra, un susurro, crees tenerlo… Tus sábanas de seda continúan en silencio.
Cual serpiente tú te arrastras en busca de tu consuelo. Y la serpiente se ahoga con su propio sufrimiento. Sangre derramada, no puedes detenerlo.
En tu mente detienes el tiempo, refugiándote en un pasado incierto. Inocencia infantil. Para nada sirve eso. Tus sábanas de seda recogen los llantos del desconsuelo.
Por fin, crees tenerlo. Y le miras a los ojos y, al coger su mano, sientes que vibra todo tu cuerpo. Eso solo es el principio. En el transcurso de los días vuelves al mismo infierno. Y abandonas todo, tu familia, tu vida, tus amigos, tu cuerpo… Y vuelves a mirarte al espejo. Tu ser, poco a poco, se consume en cada intento…
Un viaje inesperado, el deseo de evasión. Consigues arrancar tus cadenas y cielo y tierra retumban… Gritas, saltas…. Un corazón irracional respira.
Infinidad de recuerdos, moviendo una tierra infinita, hieren tus brillantes ojos. Perdida tu mirada en la amargura misma. Esa no es tu vida. Y cierras los ojos…
Deseos irrefrenables, irrefrenable pasión al calor de una magia indescifrable envuelta en llamas… Y te observas… y de nuevo gritas y te lanzas al infinito mar disfrazado de falso amor.
Las caricias y los besos, abrazados a las promesas y los sueños, en el mismo mar se van perdiendo. Y el mar, poco a poco, empieza a rendirse y comienza a aplacarse el fuego. Abres los ojos y te observas… lágrimas inundan tu cuerpo, la herida de tu mente va desvaneciendo.
Amanece un nuevo día; la rosa continúa intacta. Una inerte araña se oculta bajo su tela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario