jueves, 30 de abril de 2020

El taller de Manolo

Sinceramente yo nunca lo vi claro. Es más, siempre he estado en contra de aceptar aprendices que están unas semanas, les enseñas, tienes que dedicar a una persona que esté con ellos y encima me distraen a todos los trabajadores, vamos que me cuestan dinero.

Pero en esta ocasión acepté, no por mí, sino por la insistencia del tutor del curso que me llamó una y otra vez hasta que no tuve más remedio.

Acepté, también, porque me dijeron que la persona tenía muy buenas aptitudes y que al no tener ningún tipo de ingreso, mi taller le pillaba cerca de su casa y podía hacer las prácticas sin gastar dinero, era su única opción.

Aunque todas estas razones se desvanecieron al saber que la persona era una mujer, ¡una mujer en un taller de coches! ¿dónde se ha visto?...y la gota que colmó el vaso y me colocó al borde de renunciar fue cuando me dijeron que tenía un problema de salud mental, vamos que estaba loca hablando mal y pronto y por si fuera poco no hablaba muy bien el español.

Entonces no sé aún muy bien de que manera el tutor me convenció para que le diese una oportunidad, sólo un día, 4 horas, y si tenía problemas, podría renunciar.

Y menos mal que le dí esas 4 horas, cuando se puso a trabajar me desarmó. Yo no entiendo nada de trastornos mentales ni cosas por el estilo, pero si sé mucho sobre mecánica y coches y aquella mujer sabía hacer las cosas muy bien. 

Alma es una mujer que presta atención a los más mínimos detalles, no le gusta perder el tiempo, ni se escaquea, si se hace responsable de una tarea, aunque puede que necesite un poco más de tiempo, será un trabajo muy bien hecho y nadie tendrá que revisarlo. 

El ambiente del taller ha cambiado, antes todos nos hablábamos a gritos, con ella no se puede, necesita estar en un ambiente de respeto y sin estrés. Esto ha hecho que la relación entre nosotros sea así, con mucho respeto. Como consecuencia se ha mejorado la productividad, la eficacia y la eficiencia de todos los empleados y eso son beneficios que obtiene el taller.

Hoy es una trabajadora más, se ha convertido en una pieza esencial de nuestro equipo, tiene un contrato indefinido y estará aquí hasta que ella quiera. Ella ha ganado en estabilidad e interacciona más con los compañeros, y también ha mejorado su castellano. Éste ha avanzado gracias a cursos que ha hecho mientras trabajaba. 

Para mí y mis empleados ha sido como quitarnos un velo y ver lo normal, y lo extraordinario a la vez, de las personas con trastornos mentales.

Aquel primer día, ella no sería la personas que más aprendió, esas horas fueron como una clase magistral para mí y para todos mis empleados del taller. Nosotros que en teoría íbamos a enseñarle a ella, acabamos siendo sus alumnos y aprendiendo una gran lección de vida.

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