jueves, 30 de abril de 2020

El ascensor

̶ Mamá, ¿por qué nos bajamos del ascensor?

La madre de Delia ignora la pregunta de su hija y se dispone a subir los peldaños a pesar de que viven en una séptima planta, dejando atrás a un muchacho ausente y a un padre al borde de las lágrimas.

***

̶ Mamá, mamá ¿puedo subir yo en el ascensor? Están Arnold y su madre.

̶ ¿Cuántas veces te he dicho que no? Haz el favor de subir las escaleras sin rechistar.

Delia se gira y susurra una disculpa a las dos personas que están en el ascensor esperando, que al menos una de ellas le escuche. Después asciende a regañadientes.

***

̶ Mamá. No lo entiendo. ̶ Grita Delia a la vez que da un portazo al entrar en casa. ̶ Siempre haces lo mismo cuando está cerca.

̶ Parece mentira que con la edad que tienes aún no te hayas dado cuenta de que está loco. ̶ vocifera su madre sin una pizca de arrepentimiento.

̶ ¿De verdad piensas que está mal de la cabeza?

̶ Claro que sí. ¿Qué clase de pregunta es esa? No habla con nadie, siempre tiene la mirada en otra parte, es el peor de a clase y no tiene ni un solo amigo.

̶ ¿Pero te estás escuchando? Lo que acabas de decir no tiene ningún sentido. ̶ Delia inspira e intenta tranquilizarse con la intención de abrirle los ojos. ̶ Arnold es autista, pero no está loco ni hay que encerrarle en un manicomio como llegas a pensar algunas veces. 

̶ Mira Delia, no quiero discutir. ̶ Le interrumpe. ̶ Vete a tu habitación y no vuelvas a sacar el tema.

̶ Como tú digas, pero que sepas que sí que tiene amigos.

Esa tarde Delia pasa horas llorando en su cama. No llega a comprender por qué su madre se comporta de ese modo. Lleva años intentando mantenerla alejada de él, sin embargo, Arnold y ella han estrechado lazos. Poco a poco Delia ha conseguido ganarse su confianza y entender su forma de ver el mundo.

Mientras tanto, en el salón, la madre Delia busca información sobre el autismo y descubre que a las personas con Trastorno del espectro autista les cuesta comunicarse y relacionarse. Que piensan y se organizan de una forma diferente, pero que siguen siendo personas con corazón y sentimientos.

***
A la mañana siguiente, cuando madre e hija regresan de hacer la compra, vuelven a encontrarse con Arnold en el ascensor, aunque al contrario de otras veces, no se bajan de él.

̶ Arnold, ¿quieres venir a casa? ̶ Por primera vez, Dévora le mira a los ojos.

̶ Muchas gracias, pero hoy tengo clases de pintura.

̶ No pasa nada. Puedes venir cuando quieras. ̶ Le sonríe bajo la mirada sorprendida de Delia.

Ese mismo día, cuando Arnold se presenta en su casa, Dévora le invita a entrar sin importarle que sean más de las doce de la noche.

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