martes, 28 de abril de 2020

Relato de un depresivo

En la oscuridad de la noche muchas cosas pasan. Peligros. Sombras. Secretos. Monstruos. Están por todos lados, donde menos te lo esperes, pero donde más habitan es en el interior de mi cabeza. ¿Qué son esas voces que aúllan en mi interior? ¿Esas palabras que me dicen que todo es horrible? ¿Esos cánticos que me impiden mirarme al espejo? Soy horrible, una bestia.

Todos me miran por la calle al pasar. Se giran. Susurran cosas.

¿Es por mí? ¿Es por mi apariencia? ¿Es por algo que he dicho? ¿Me huele el aliento?

Miro el espejo de mi habitación. Veo marcas rojas, la nariz grande y torcida, ojos separados y pequeños, orejas grandes y demasiado pelo, por todas partes. ¿Ese soy yo? No me reconozco, ¿siempre fui así? ¿Por eso todos me evitan? ¿Por eso nadie me quiere? Tengo un aspecto muy horrendo.

Siento que me falta el aire pero estoy respirando. Siento que moriré ahogado pero estoy respirando. Intento respirar pero ya estoy respirando. Soy tan horrible que hasta yo mismo intento matarme. Me pasa aunque no quiera.

Escucho risas, insultos y cuchicheos. Siento miradas de desprecio.

¿Por qué? ¿Qué he hecho? ¿De qué se me culpa?

Nadie se me acerca, nadie confía en mí, nadie me habla directamente. Y en realidad no los puedo culpar porque soy un monstruo.

Pero, ¿y qué pasa con mi interior? ¿También soy un monstruo por dentro? La verdad es que me siento como tal. Creo que he hecho cosas malas en mi vida pero no sé nombrarlas.

La vida de un monstruo como yo es muy repetitiva.

Despiertas sin querer hacerlo, trabajas sin querer hacerlo, comes sin querer hacerlo y te duermes queriendo no despertar. Siempre con sueño, siempre sin ánimos de nada. Me vuelvo a ahogar sin dejar de respirar.

¿Esto es vivir? A veces siento que no existo, que todo esto en realidad no está pasando. Siento como si mi alma saliera de mi cuerpo y al momento volviera. Mi subconsciente intenta matarme aunque yo no quiera.

Me gustaría no volver a salir de la cama y pensándolo bien los ataúdes son las camas de los vampiros. Tal vez podría ser yo también un vampiro, un monstruo muerto. Ya que soy un monstruo podría ser uno de piel fría, al que no le late el corazón y que duerme en un ataúd.

Sería muy fácil conseguirlo. Solo hace falta valor. Algo de lo que carezco.

Viendo todo esto tengo tres finales alternativos: ser una persona normal, ser un vampiro o seguir siendo el monstruo que soy de por vida. La última opción es la que menos 

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