Hoy Sara tampoco vendrá a ensayar: ha vuelto a tener visita de Teresita. Teresita no le cae bien a nadie. Teresita no es en absoluto popular. Todos preferiríamos que Teresita no existiera. Pero en esta vida no todo el mundo puede ser de nuestro agrado, y hemos tenido que aprender a convivir con ella. Hoy en día admiramos el punto de cordialidad que ha alcanzado nuestra relación, pero no podemos permitirnos el lujo de bajar la guardia ahora, no es momento de flaquear. Hoy Sara tampoco vendrá a ensayar porque Teresita, La Puñetera, ha aparecido de repente sin avisar: se ha presentado en su casa y la ha tomado de rehén otra vez.
No es que Teresita sea mala persona, o una delincuente, o algo así. En realidad, Teresita ni siquiera es una persona de verdad. Sara le puso ese nombre el mismo día en que recibió el diagnóstico: fue su manera de explicarnos en qué consistía su dolencia, de presentarla en sociedad, de burlarse de ella para poder enfrentarla con mayor arrojo. Sara se enfundó su nariz de payasa aquella tarde, se calzó unos enormes zapatos de lunares y nos hizo bajar del escenario para disponer de él a sus anchas. Teresita, La Puñetera, materializada a través del cuerpo de nuestra compañera, nos reveló en un monólogo histriónico y delirante sus oscuras intenciones, los rasgos más perturbadores de su personalidad y algunos trucos para poder relacionarnos con ella y comprenderla mejor. Sara nos hizo reír y llorar a partes iguales, derrochando talento y sensibilidad sobre las tablas, abriendo su corazón y su psique en un ejercicio artístico admirable, desgarrándose y mostrándonos sus más ocultos recovecos en cada gag.
Si Sara se queda dos días seguidos sin poder levantarse de la cama ni responder al teléfono, seguramente se deba a que Teresita la ha vuelto a visitar. Si Sara abandona el escenario durante una actuación, envuelta en lágrimas y con la mirada perdida, será porque Teresita ya está haciendo de las suyas otra vez. Teresita, La Puñetera, no es más que el Trastorno Límite de la Personalidad con el que Sara ha cargado tanto tiempo sin ser siquiera consciente de ello. Pero ahora su enemigo ya tiene nombre, y llamar al enemigo por su nombre es una buena manera de empezar a plantarle cara.
Sara sigue siendo la misma payasa entrañable e irreverente de siempre, la misma actriz inspirada de siempre, la misma compañera amable y entregada de siempre, la misma amiga inteligente, ingeniosa, cariñosa y fiel; pero hace ya unos años que casi siempre trae compañía consigo, qué le vamos a hacer… Hoy al final tampoco vendrá a ensayar porque Teresita ha decidido que no era el día más indicado para ello, y la ha raptado una vez más. Teresita La Puñetera, como su propio nombre indica, puede ser un incordio absoluto, pero no conseguirá alejarnos de Sara ni aunque despliegue sus mejores estrategias: ahora que ya la conocemos, no nos vamos a dejar engañar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario