domingo, 12 de abril de 2020

Subidas y bajadas en el habitáculo opresor



Recuerdo que coincidí con esa mujer en el ascensor y agradecí el sentirme acompañado, aunque fuese por una desconocida, en una situación tan estresante para mí.

«¿Subes?», pregunté.

«Bajo», respondió con la pose derrumbada.

Y así seguimos después de muchos años de casados. Ella, subiendo o bajando en aras de su bipolaridad; yo, acompañado en mi claustrofobia.

«¿Somos distintos?», le pregunto dentro del habitáculo opresor a la vez que mi mano busca la seguridad de la suya.

Ella me acaricia y relaja la tensión:

«Somos diversos», dice con su contagiosa sonrisa ciclotímica. Mientras, nuestra niña se entretiene jugueteando con la botonadura del ascensor para hacerme rabiar.

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