Todo inicio cuando cumplí 25 años, me faltaba la respiración, tenía agitación y taquicardias constantes, sentía atragantarme cuando ingería alimentos. Después surgieron las alucinaciones auditivas, veía imágenes de sombras danzando dentro de mí, alrededor de un círculo azul, justo cuando cerraba los ojos. Las voces eran muy fuertes, a menudo me gritaban, frases como "relájate", "mátate", "te vas a morir", "pobrecita", "¿tienes miedo?" y risas macabras resonaban en mi mente, en ocasiones cantos de una voz muy dulce. Algunas voces eran de hombres, otras de mujeres, no me dejaban dormir. Tenía pensamientos suicidas, lloraba todas las noches, quería estar sola, me volví huraña. Esto ocasionaba cierto retraimiento y ni hablar de mi baja autoestima.
Estaba al cuidado de mi familia, tuve que exhortarles que me llevaran al médico. Me trasladaron con un psiquiatra, quien me atendió de la manera más amable y me explico cada uno de los trastornos que padecía y la medicación que debía tomar para aliviar mis síntomas. Fueron tiempos difíciles, alrededor de 8 meses, donde no me sentía capaz de salir a la calle, entablar una conversación. A veces hablaba sola, otras veces me reía sin razón alguna. También subí 16 kilos, debido a los efectos secundarios de los antidepresivos y la olanzapina, que abría mi apetito.
Cuando las voces dejaron de ser fuertes se volvieron ahogadas, solo murmullos a mi alrededor, ahora veía diminutos puntos de colores cuando cerraba los ojos y justo antes de dormir, una esfera violeta con cuervos negros girando alrededor. Le conté a mi psiquiatra del cambio, pero me dijo que no debía abandonar la medicación, que era permanente.
Hasta que un día, justo cuando cumplí el año con mis padecimientos, decidí preparar mi currículum y buscar trabajo, porque pensé que no tenía por qué desperdiciar mis estudios de abogacía por un trastorno mental. Decidí salir a la calle, conseguí empleo en un despacho, me relacione con mis compañeras de trabajo. Acepte invitaciones de mis amistades para ir por un café, a un bar o alguna librería. Retomé la poesía, porque es uno de mis pasatiempos favoritos, y me inscribí a un taller de creación literaria. Recupere la confianza en mí, mejore mi aspecto, aunque debo reconocer que trabaje mucho en mi persona porque me tenía muy descuidada.
Posteriormente, me ofrecieron una mejor oferta de trabajo en la capital y tuve que mudarme. Fue una decisión difícil porque me sentía muy cómoda en casa de mi familia pero tenía que salir de mi zona de confort y aventurarme.
Mi recomendación es que si sufres un trastorno, por tu salud mental nunca abandones la medicación, aunque esto traiga consigo efectos secundarios, recuerda que lo más importante es tu bienestar, aunque no veas resultados inmediatos. Y si conoces a alguien que padece alguno, escúchala, no la juzgues ni la critiques, y, de ser posible, aconséjala a ir con un especialista.
P.D.: Agradezco infinitamente a mi psiquiatra, familia y amigos por brindarme su apoyo incondicional.
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