lunes, 27 de abril de 2020

¿Me ayudas tú? Por favor

¿Sabéis qué me gusta? Soñar despierta. Sueño despierta estando dormida. Me gusta sentir que mi alma viaja y se va lejos, a veces quiero que no vuelva y se quede allá donde está más feliz, a la mayor distancia de mi cuerpo y de mi propio ser. No me la merezco. Ella quiere más, ella quiere volar, quiere existir y quiere ser, pero la tengo prisionera en mis pensamientos, en el hueco más oscuro y profundo de mi cabeza, donde cuesta liberarse. Hay ratos, pero, que se escapa, rápido y sin mirar atrás, queriendo correr más y más para al fin estar bien. Ella solo quiere estar bien pero rápido como se ha ido, vuelve. Vuelve por las curdas que la sujetan a mí, siempre estará sujeta a mí, y lo odio. Odio estar así, porqué yo la amo, y no le deseo ningún mal. Quiero ver como salta por los campos verdes llenos de flores, a la luz del sol y del cielo. Odio ver como poco a poco pierde la esperanza y se va haciendo más pequeña, pierde su voz, y la mía, la mía solo coge más fuerza, su poder comienza a hacer daño, y a dejar indefensa a mi alma, a mi promesa.

Recuerdo un día, era un día de aquellos que recuerdas por su especial luz y por lo feliz que eras, esos que nunca se olvidan. Aquel día las dos éramos amigas, estábamos muy felices, estábamos en harmonía y lo más importante, las dos éramos quién queríamos, existiendo y siendo. También recuerdo uno de los peores, por como nos separamos y por el daño que le hice, y creedme que cuesta perdonar-me. Le corté su vitalidad, cortando la mía corté la suya. Lloré porqué sentí su ausencia, sentí como cayó y perdió su existencia. Lo peor es saber que la culpa era mía, saber que lo podía solucionar, pero no como. Quería solucionarlo tanto como el ardor de mil soles, de verdad que quería, como no quererlo sabiendo que tu alma, tu compañera, la que te daba todo para para que fueras, pero me encontraba sola y sin ayuda, y fue tan de repente, por sorpresa. Dolió mucho, a extremos insanos. Perderla significó perderme a mí misma. Fue entonces cuando me aferré tanto como pude a mi voz, a la voz que estaba sola y dolida y que solo hacía y se hacía daño.

Me cerré y me aislé. Quería desaparecer e irme. Ahora solo quiero abrirme, salir y oler el mundo. Quiero que se me perdone, quiero que no se me vea pequeña, quiero correr, bailar, comer, dormir, crecer, hacer y vivir. Quiero recuperar a mi alma, a mi promesa, la promesa que todo iría bien. Quiero que seamos amigas, que sea mi compañera, quiero liberarla, hacerla grande e imparable. Quiero hacer reír, quiero ayudar a vivir, y que me ayuden a vivir. Quiero que no me digan que mi promesa era una tontería. ¿Me ayudas tú? Por favor.

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