…Son días muy soleados, y donde unos buenos días traen consigo una historia de cruda realidad en el país más rico en oro negro, pero también ya no es secreto las largas travesías de un gran número de ingenuos niños, que cambiaron sus mochilas de libros, cuadernos y lápices, por la de sueños diarios de poder conseguir sustento para sus desiertas mesas de comer, a falta de manteles de nubes, y de celestiales cubiertos pintados de humildad, a mi puerta no faltan los ya conocidos chamos, que con sus gestos bondadosos y tremenduras ingenuas, sus saludos de buenos días, carecen de armonía, se les nota una mirada de ojos de niños entristecidos con una salud mental y cultura de calle aporreada con un desconcierto de no saber que sucede en sus fogones solitarios y carentes de ollas humeantes de caldos de felices verduras, no es sino por un estómago vacío de días de largas caminatas infructuosas, que por la falta de recompensas no son capaces de mentir, faltos de fuerzas pero llenos de esperanza de vernos salir con el acostumbrado saquito de arroz, acompañados del tarro de café con pan mojados, sin importar lo viejo y duro, pues se les hace imposible comprar mesada de pan fresco y menos una perola de fresco del día…
…Son nuestros niños que obligados por una situación donde el mundo completamente de revés, los adultos pervertidos por la necesidad imperiosa de hartar sus deseos de inflar sus bolsillos, se hace común las filas de bachacos trabajando por su sustento diario para asegurar una despensa repleta de alimento, pues la realidad cruda y dura nos da cachetadas de una verdad, como lo es los Buenos días de nuestros niños hambrientos, no solo de conocimiento del porque a sus padres se le hace tan difícil llevar el plato de comida, otros tiempos era fácil rellenar arepa de mantequilla y queso llanero, una Venezuela no muy extinta desde que aires Revolucionados por una idea de sociedad en común, no fue sino la peor estafa mediática y popular ideal de sueño de Bolívar, trasgiversado por falsos profetas callejeros, míticos parlanchines sindicalistas, engatusaron a un pueblo llevando a niños de sonrisas celestiales y de estómagos repletos, a chamos de miradas ingenuas pero de risas hambrientas y de cachetes caretos de sudor mezclados de por llantos de noches sin cena y desayunos sin arepas…
…El relato de las veredas y calles de muchedumbre, no jugando a la pelota perdida o al loco escondido, sino del chamo bregando de puerta en puerta, dando sus buenos días y sonriendo al vecino por un gesto de humidad y un vaso de agua, para saciar la fe de llevar a casa o rancho, sus mochilas llenas de harina, pan y arroz… Venezuela sangra y no en territorio invadido, sino de nuestra muchedumbre ultrajada en su alma y robada en su mente…Venezuela llora y Nuestros niños sonríen de hambre dura y atroz...
…El relato de las veredas y calles de muchedumbre, no jugando a la pelota perdida o al loco escondido, sino del chamo bregando de puerta en puerta, dando sus buenos días y sonriendo al vecino por un gesto de humidad y un vaso de agua, para saciar la fe de llevar a casa o rancho, sus mochilas llenas de harina, pan y arroz… Venezuela sangra y no en territorio invadido, sino de nuestra muchedumbre ultrajada en su alma y robada en su mente…Venezuela llora y Nuestros niños sonríen de hambre dura y atroz...
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