La sala de urgencias rotó junto a su turno taciturno. Pacientes, fluidos iban y venían sopeándose sin sabor, expedientes en una ruleta de manos: administre tal y cual en cierta dosis a este pero al otro no porque es hipertenso, ah, y el diabético, el anciano achacoso, luego viene la sala de COVID-19 ―dos tercios en oxígeno. Cómo le ardió la cara siete horas con los elásticos del equipo de protección individual.
Sacó de su mochila Modafinilo 150 mg, dos pastillas en lugar de una, los parpados bien abiertos. "Tomás, UCI te necesita con el número 55," su compañera dijo. Fue a Intensivos donde el farfullo aún más grave que ayer suscitó un levantamiento de lágrimas y las gavetas vacías indicaron lo peor: "se nos acaban las opciones," Tomás dijo, ceño fruncido, sudores agrupándose en las dolidas plantas de los pies. Olor a ahumado en salas abarrotadas, pocos ventiladores zumbando. Una bolsa de cadáver ―paro respiratorio. Cinco horas más.
Se quitó el equipo y lavó las manos. La frente dentro del frio casillero. "Quisiera desparecer sin un rastro," dijo al suelo. "Sin embargo, aún no he terminado." El metro con su traqueteo, él colgado del barandal se imaginó siendo el aire volador de la canción de Mecano. Brutal baba cayéndole de las comisuras. Fuera de su cuerpo se veía a sí mismo entrando por la ventana del cuarto, Raquel abrazada del niño. Pero no podía acostarse, faltaba limpiarse las suelas con cloro, desinfectar ropa ―la camisa que ahora quedaba floja― y tomar la ducha.
"Tomás, Tomás…" Raquel decía zangoloteando su hombro. Abrió esos yunques ojos, iba tarde para el primer turno. El adiós de Manuelito debía serle caloroso, pero él no lo sentía, tantas horas aisladas quizá congelaron su cabeza en primavera.
Afuera del cráneo pensó: "¿por qué sigo despertándome?" A lo lejos el metro.
"Ya veo," el Dr. Colorado dijo. "¿Dejaste el Modafinilo?"
"Sí, Raquel lo descubrió y no tuve más remedio," Tomás dijo.
"Bien. ¿Qué tan recurrentes eran estos pensamientos?" el Dr. Colorado dijo, mientras descruzaba la pierna en el sofá.
"Diarios. En la noche mucho peor. No ser capaz de disfrutar por una mente nublada de fatalidades, te saca del cuerpo."
"Eso es despersonalización, sentirse fuera de uno mismo. Es otro de los trastornos asociados a tu depresión."
Jaló de la estantería copada un libro de tapa dura, Terapia Cognitivo-Conductual que Tomás recibió.
"No necesitas leerlo todos los días, pero puede que te ayude a aceptar los pensamientos indeseables y cambiarlos por otros más amables. Tómalo como apoyo a nuestras sesiones," el Dr. Colorado dijo. "Gracias."
"Todos necesitamos ayuda, incluso un enfermero enferma de vez en cuando y a todos nos puede pasar. Con la batalla viral que el personal de salud lucha, a veces se descuida la salud mental." Puso su mano sobre el hombro de Tomás. "Antes de ver por tu familia o tu vocación, ve por ti, ¿de acuerdo?"
"Lo haré, doctor."
Así lo hizo.
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