Ana vió su reflejo en el espejo del baño. Vio cada detalle de su rostro; su cuerpo. Sintió náuseas de estar atrapada en su propia piel, de saber que lo que veía era su persona, que esa era ella.
Tardé años en notar que no había cicatrizado porque me negué a ver que aún sangraba por dentro, que dolía en silencio.
-Te odio- murmuró, viendo lo herido en el rostro de su reflejo al escuchar esas palabras. Un calor interno la sobrecogió- Te odio- repitió más fuerte.
He escuchado las peores palabras que se me pueden decir, provenientes de mis propios labios, mientras observaba mis ojos en un espejo, sintiendo una extraña satisfacción al ver mi gesto de dolor y furia.
-¡Fea!, ¡Estúpida!-gritó contra esa superficie que devolvía cada gesto y cada palabra con el mismo desprecio.-¡Por eso nadie te quiere!, ¡Por eso no tienes amigos!
Tal vez, torpemente creía que si yo me decía eso, nada que el mundo exterior pudiera decir lograría herirme.
-Te odio, te odio, ¡te odio!, ¡¿Por qué no me puedo deshacer de ti?!
Pero ignoré que si no aceptaba mi reflejo, entonces nunca me sentiría digna de amor.
El puño de Ana se cerró, temblando con rabia. Se sentía impotente para destruir la causa de su dolor. Pero lo intentó.
El espejo se quebró bajo sus nudillos, dejando un trazo rojo correr, manchando la imagen ante ella.
La puerta del baño se abrió, mientras su madre horrorizada veía el espejo estrellado y su puño ensangrentado.
-¡Ana!-tomó su muñeca, poniéndola bajo el grifo para limpiarla-¿Qué pasó?-notó en los ojos de su hija las lágrimas, que no parecían causadas por la cicatriz.
Ana vio su reflejo, deforme, fracturado, irreconocible... Así se sentía ella.
-Estoy...rota - su voz tembló dejando al llanto apoderarse, cayendo a sus rodillas, derrotada.
Los brazos de su madre la recogieron -no estás rota- dijo con ternura - estás...herida.
-No quiero sentir...sentirme así- sus palabras la extrangularon- ya no puedo, ya no quiero, ya no…
Su madre dejó que el dolor abandonara su cuerpo a través de las lágrimas -No voy a dejar que eso pase- su corazón pesaba al saber que su hija sufría en silencio tras una puerta cerrada sin seguro; su grito de auxilio - te lo prometo, vamos a conseguir ayuda, vas a sanar - besó su coronilla.
Lo que hubiera querido decirle a esa niña que se veía con desprecio debió ser "te amo", sé que estás sufriendo,sé que pedir ayuda es difícil, pero callarlo es peor. Tu salud mental es real e importa. Tú importas. Y si alguna vez necesitaste oír eso también, entonces te lo digo yo, de un reflejo roto a otro "Nuestras piezas rotas son en realidad las diferentes caras de un diamante".
Blog con los relatos presentados al concurso convocado por la Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco.
martes, 4 de mayo de 2021
Navaja Literaria
Cuando era joven, corté mis venas, no las de mis brazos, las de mis sueños, no con cuchillas, sino con palabras.
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