—Tu turno —le digo. Agarra los dados, los lanza.
— ¡Seis! —grita con júbilo, mueve su ficha amarilla hasta la casilla "recuerdos".
—No tienes comodín. Toma una de las fichas, a ver si sabes la respuesta.
—Eres una jovencita—me dice. —. Tienes más oportunidades de ganarme. — ¿Cuál es la historia del sauce llorón sembrado frente a la casa? —lee en voz alta.
Veo su mirada fija, camina adentro de sí, busca la respuesta.
— ¿Cómo saber una historia de un árbol?
— ¡Mi turno!
Lanzo y saco un cinco, muevo mi ficha, llego hasta la casilla "parientes".
— ¿Cómo era el cabello de Elena Salaverry?... No sé quién es, ¿tú sí?
—No, me toca… ¡Cuatro!
Mueve su ficha, llega a la casilla de "apodos"
— ¿Quién es el Patas Cortas?
Se queda en trance, pero no le sale nada. Le pido los dados.
— ¡El Patas Cortas atiende en las caballerizas! — grita de pronto. Su mirada comienza a parecerse a él, intento ocultar mi emoción —. ¡Tengo otro turno!
Los dados ruedan, sale el siete, cae de nuevo en "recuerdos". Las arrugas en su frente se le pliegan como un acordeón.
— ¿Cuál es la historia del sauce llorón sembrado frente a la casa?—lee la ficha.
— Por el último acierto tienes un comodín, ¿quieres usarlo?
— ¡Para eso son los comodines niña, para usarlos!
De la ficha de respuestas saco y leo: El sauce fue sembrado por la primera señora Salaverry que llegó a la casa. Es una pista de la historia, ¿sabes el resto?
Sus dedos juegan con los dados, pero no responde. Igual se ríe, va ganando, dice.
—Tienes otro turno.
—No completé la historia del árbol, ¿cómo voy a tener otro turno?
— Se me había olvidado decírtelo, pero tienes otro comodín. Si quieres lo puedes usar o dejar para después— le miento.
— ¡Lo uso!— lanza y llega hasta la casilla de "onomásticos". — ¿Cuándo cumple años Juan Alberto Salaverry?
"Ésa menos la va a saber", pienso.
— ¿Cuándo cumplo años?—me dice de pronto—, ¡soy muy malo con las fechas!
— ¡No lo sé!— balbuceo, trato de ocultar mi emoción —, pero contestaste una parte de la pregunta, ¡tienes otro turno seguido!
— ¡Hoy le gano al alemán!
Lanza los dados y sale seis, "recuerdos". Toma la ficha y la lee en voz alta:
— ¿Cuál es la historia del sauce llorón sembrado frente a la casa?
De un manotazo tumba el tablero de la cama, habla y jadea, como si corriera desde el pasado:
— ¡Fue por mi abuela! ¡Sus cabellos caían como las ramas del sauce!, ¡ella lo sembró! Sus cabellos eran azabaches, después se volvieron blancos. Los del sauce siempre son verdes…
¡Me sonríe con su sonrisa!, esa huella digital de su rostro que está en mis primeros recuerdos…
— ¡Hoy ganaste! —lo felicito.
— ¿Quieres la revancha?— entra el enfermero con el almuerzo.
—Mañana, señor Salaverry.
Mañana volveremos a jugar papá, y tal me reconozcas
El Alzheimer es nuestro juego íntimo. Tirar dados y escribir fichas nuevas, que te digan quién eras, ¡quién eres!
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