miércoles, 12 de mayo de 2021

Hilván de oro

Como cada día, el primer toque a misa ahuyenta a las cigüeñas de la torre. La tarde progresa remecida de luz. Por la ventana del cuartito se filtra un dorado rayo de luz. Allí, Martina hilvana su falda azul marino. Sentada en su sillón, trenza las puntadas primorosamente; por encima de su cabeza, y diríase que ungiéndola, un rayo de sol reta a la hebra a ensartarse en la aguja.

- Abuela, es hora de irnos a la novena, y aún estar sin peinar.

Obediente a mis palabras, sale afuera. Ante su tardanza, voy a su encuentro. Frente al espejo del cuarto de baño, la descubro tratando de peinarse con el cepillo de dientes entre sus manos. Se oye el segundo toque.

- ¿Pero, abuela…?

-"Este peine no corta", -sentencia.

El tercer toque confirma el diagnóstico del Geriátrico. Allí, meses atrás, el doctor Marañón le realizó el Test Folstein:

-"Martina, escriba algo".

Sin titubear, hizo un garabato perfectamente legible: "Analfabeta".

Eso sucedió por abril. Hoy, víspera de la Anunciación, Martina anda extraviada y ensimismada en la mujer que fue: una criatura feliz entre sus costuras y sus labores. Esa alegría que ahora se desfilacha como el hilván de oro el rayo de sol cosió en su falda azul marino.

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