Hay mundos inusuales que solo pueden observarse a través de ojos especiales, Gaspar los posee y puede acceder a ellos como no logra hacerlo la gente común. Son mundos de caballos briosos con barcos que suben y bajan entre olas fantásticas, hay garzas blancas girando al son de la música y vueltas de cintas envolviendo el sol. Hay risas de niños y colores de Dios.
Está anocheciendo y ha bajado la temperatura, debí traer un abrigo para Gaspar, no podré eludir la reprimenda de su madre al llegar a casa.
Llegó a nuestras vidas y supimos que debíamos multiplicar nuestro amor de padres para amparar su salud mental, él generosamente nos retribuye el doble, sin decir palabras se expresa de una manera que nuestra razón a veces no comprende.
Se marcha otro niño de la mano de su padre y yo espero que la sonrisa de Gaspar esté satisfecha para retirarnos. Ha cambiado el barco azul por un caballo blanco con crines negras, significa que aún debe cabalgar por campos celestiales mientras gira en su mundo.
Aguardo y pienso en mis problemas, tengo serios contratiempos financieros, ajeno a ellos Gaspar pasa galopando ante mí y en cada vuelta me arrebata una sonrisa. Una niña intenta desalojarlo de su caballo y debo intervenir, a cambio le ofrezco una garza blanca con alas extendidas y Gaspar se trepa complacido. Yo reniego de mis contratiempos y él me da una lección de conformidad.
La última niña se retira y solo queda Gaspar montado sobre la garza blanca, se silencia la música mientras comienza a caer la lluvia y protejo a Gaspar con mi cuerpo hasta llegar al automóvil, advierto una boleta en el parabrisas, he sido multado por mal estacionamiento y es un gasto imprevisto que aumenta mi malhumor.
Llueve intensamente, apenas se divisa la calle a través de los vidrios mojados, el hombre ha echado candado a la puerta de reja y se ha marchado apagando las luces.
Gaspar no deja de mirar atrás, sigue girando en un carrusel que no se detendrá jamás. Entre música y vueltas habrá garzas blancas que levantarán vuelo para anidar en el sol, montará caballos para cabalgar por praderas fantásticas y se elevará sobre todas las miserias.
A veces se apiadará de nosotros, nos brindará un abrazo para integrarnos a su amor infinito y estaremos amparados en su ternura. No puedo dejar de mirarlo, él tan lejos en sus sueños y yo angustiado por problemas materiales que tienen solución. Una lágrima se asoma y con ella pago el boleto a la fantasía para seguirlo, Gaspar voltea y me mira sonriente. Nunca lo sentí tan mío.
El mundo gira bajo la lluvia, solo estamos Gaspar y yo.
Somos dos en el carrusel de Dios.
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