martes, 11 de mayo de 2021

Le puede pasar a cualquiera


¿Quieres dejar de mirarte? ¡Qué pesado te pones a veces! Vas impecable. Igual que siempre. Has dado con ese British look de profesor de inglés. Cuando te vean por los pasillos se imaginarán cuál es tu asignatura. Vas en metro. Cero problemas para aparcar.  

Estás nervioso. Normal. ¿Quién no tiembla ante una entrevista de trabajo? Llevas tres años fuera de la circulación. A ver cómo justificas ese tiempo en el currículum vitae. Tres años volados. Perdidos. Aunque si ellos te han llamado, por algo será…

Les dices que te tomaste tres años sabáticos: Recorriendo Australia, Nueva Zelanda, para acabar de ilegal, sin papeles, en New York; dando clases de inglés a hijos de inmigrantes de Centroamérica. Siempre te gustó ayudar. Resultará creíble. Todos contamos alguna que otra mentirijilla en las entrevistas y tú, tú no ibas a ser menos.

No eres ningún bicho raro. Tampoco el dueño de la apatía, la tristeza y la angustia; o el rey de los que no quieren vivir así. Hay millones. Pocos lo cuentan. Y menos los hombres. Los amigos y la familia se cansan. Al final, quedan los que cuentan.

¡Vaya! Te equivocaste de línea.  Normal. Tanto tiempo out.  Solo, en tu mundo de techos bajos y paredes oscuras, se te olvidaron hasta los colores. Sí, es la verde. Vas en buena dirección. Ya me contarás cómo te fue.

−Les conté la verdad.

¿De verdad?  Escucha, el caso es que me parece bien.  Ole por ti.  Aunque, no sé si yo... Bien pensado, así deberíamos hacer todos. Tiene narices que la salud mental sea un estigma. Parece que nos lo hemos buscado nosotros. Como si para despertar, bastara con poner el despertador más fuerte. 

−Luego mentí… Dije que ya no tomaba medicación  

¡Hiciste bien! Ese no es asunto suyo.  Hoy es lunes y te contestarían algo antes del viernes. Caen las horas y los segundos a cámara lenta. Y así, como quien no quiere la cosa, ya estamos a jueves.

¡Enhorabuena! Lo sabía. No todos los días entrevistan a un profesor de inglés como tú. No te quejes. El sueldo no está mal.  Date con un buen canto en los dientes, o mejor, no. Sale caro ir al dentista.

¿El análisis? ¿Te preocupa el análisis de sangre? Está dentro de lo normal ¿Qué reconocimiento médico sería si una triste analítica?  ¿Qué restos van a encontrar?  Estás empezando a cansarme con tus miedos y esa culpa. Tomas lo que necesitas y punto. Lo que manda el psiquiatra.

Cuando te llamaron de recursos humanos, habría que verte... Arrastrándote hasta el despacho, igual que un penitente en Semana Santa con los pies desnudos y encadenados. Y no te orinaste encima, ¡perdón!, de puro milagro.

Tras entrar al despacho, notaste la risilla contenida de los allí presentes. Te confundiste: en lugar de la tarjeta sanitaria, entregaste el carnet de tu perro del mismo color azul,

Y eso, eso que te ha pasado a ti, le puede pasar a cualquiera. FIN


No hay comentarios:

Publicar un comentario