Cada día siento que mi camino está nublado, con carteles en latín que me alertan sobre la pérdida total de esperanza. La pasión y las ilusiones me mantienen en un círculo durante algún tiempo, pero mis pasos se siguen extendiendo hacia el final con una curiosidad que sobrepasa toda contención. Por suerte, cuando me paro frente al espejo siempre veo a mi amigo Charlot, un tipo vestido de negro, con bastón carcomido, que hace chistes y sabe levantar los ánimos. Si lo miro con atención imagino que es una suerte de payaso, pero en secreto pienso que es lo único que mantiene a flote mi salud mental. Creo que su sonrisa perpetua sabe hacer lo suyo, conoce trucos para alejar la lluvia, aunque muy pocas veces logre hacerme reír. A veces sí me alegra y entonces presto atención, asiento como alguien que ha perdido la risa y sin embargo no puede parar de reír. Hoy es uno de esos días, y estoy frente al espejo mientras Charlot tose y sonríe. Quizá pudiera ser de otro modo. Situar a Charlot en este lado del espejo e intentar una alegre sonrisa, pero no quedaría igual. Charlot tiene algo. Le imprime a su rictus una felicidad que me hace sentir que tengo mucho que vivir y sentir, que existen demasiadas razones, aunque mañana las razones se desvanezcan y otra vez necesite inventarme nuevos motivos.
"Una sonrisa cuesta poco y produce mucho", me dice Charlot y yo lo miro, condescendiente.
"No empobrece a quien la da, y enriquece a quien la recibe", añade.
Hace girar su bastón frente a mí. Me mira con extrañeza.
"Dura solo un instante pero se queda en el recuerdo eternamente", dice y empieza a inclinarse hacia el suelo, como una metáfora visual de lo que ocurre dentro de nosotros cuando no reímos.
"Nadie tan rico que pueda vivir sin ella", dice, "y nadie tan pobre que no la merezca…"
"Una sonrisa alivia el cansancio y renueva las fuerzas", dice Charlot finalmente, sentado en el piso, y se quita el sombrero.
Entonces aplaudo, muevo la cabeza hacia los lados y digo: "Bravo, bravo". Emocionado, alegre. Y eso es todo lo que dura la actuación. Eso es lo que hacemos mientras la tarde se va y pensamos que a lo mejor no son necesarias demasiadas ilusiones para reír y ser felices de todas formas.
Lo único raro de cada actuación es que Charlotcontinúa riendo aún después que se ha terminado la actuación, aun después que me he alejado del espejo.
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