miércoles, 12 de mayo de 2021

Siempre te amé

    Marcela ingresó a su casa. Sentía algo raro en la vivienda, como si el aire fuese más pesado, como si algo le agobiase. Subió las gradas, miró hacia arriba y descubrió a su hermano mayor, colgado del techo. Se había suicidado. Le tomó de las piernas gritando: "¡Carlos! ¡Carlitos! ¡Qué haz hecho!", pero el cuerpo estaba inerte. Cogió una silla, subió y trató de liberar la soga que estaba en el cuello de su hermano. No pudo. Corrió a la cocina, tomó un cuchillo, volvió al lugar en donde estaba Carlos. Cortó la soga y el cuerpo cayó al suelo. Tocó su aorta. Estaba muerto. En ese momento llegaron sus padres, hermanos, descubrieron el cuerpo en el piso y preguntaron: "¿Qué pasó?". "Se ha suicidado", respondió llorando. "Es que estaba solo… ¿dónde estabas tan tarde? Si hubieses estado más temprano no se hubiese suicidado", gritó la madre y su padre y sus hermanos callaron.

Desde entonces su vida se volvió insoportable. En los desayunos, en los almuerzos, en las cenas, las miradas de sus progenitores y de sus hermanos tenían una carga de reproches. Buscó el cobijo de Andrés, su enamorado. Sin embargo, nunca le contó de esos reproches injustos. Andrés tenía un amigo, Fabricio. Los tres salían al campo, al cine o al teatro. No obstante, Fabricio se negaba a integrar ese trío, por lo que una tarde invitaron a Ana para que pudiese compartir con Fabricio. La muchacha era alegre y bullanguera, pero no le gustó por la vulgaridad de la muchacha.

Marcela y Andrés anoticiados que no resultó el enganche de Ana con Fabricio, volvieron a invitar para participar en citas de a tres. Nunca aceptó. Una tarde Andrés invitó a jugar billar a Fabricio. Jugaron dos o tres horas, al final, Andrés le contó que al día siguiente pediría la mano de Marcela y que si aceptaba se casarían.

Al día siguiente, tocaron la puerta del departamento de Fabricio. Eran funcionarios policiales que le informaron que Andrés se había suicidado a medianoche y se enteraron que la última persona con la estuvo fue con él. Fabricio quedó anonadado. Declaró todas las palabras que le comentó su amigo y llegaron a la conclusión de que no había motivo para quitarse la vida.

Marcela fue la más afectada. Desde entonces cambió de conducta, tornó melancólica y depresiva. Tuvo problemas en su salud mental. Fabricio le estimulaba para vencer esa depresión. Seis meses después Marcela le dijo: "Tiene que terminar nuestra amistad. Dos personas a las que quise mucho se han suicidado, no quisiera que tú fueses el próximo". Fabricio rechazó esa posibilidad y le apoyó para que superase esa depresión. Al final, Marcela decidió acudir a un instituto de ayuda mental. Era un lugar de puertas abiertas, donde se aplicaba la musicoterapia, el arte, la lectura. Estuvo un año y en ese tiempo se cartearon semanalmente. La última carta de ella decía: "Salgo el lunes. Te amo. ¿Me amas?" y la respuesta fue: "Siempre te amé".

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