Cada vez que camino después del trabajo por la calle aledaña a mi oficina, le dejo unas monedas a una señora que pide limosna junto a dos gatos. En un cartel que sostiene en el suelo dice que tiene una enfermedad mental. Ya en casa, para distraerme, suelo ver películas. Cuando terminan no puedo evitar pensar en que los actores luego de interpretar papeles tan dramáticos volverán a sus mansiones manejando automóviles de lujo y celebrarán con una copa por su éxito. También me gusta pensar que la mujer de los gatos es una actriz, que una vez terminado su show vuelve a casa y brinda por su felicidad.
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