Estoy en el ambulatorio, en la sala de espera de SALUD MENTAL, sentada en una silla azul que junto a otras tres idénticas conforman una ristra enlazada por un tubo de acero clavado a la pared.
Todos me miran. Como a uno de esos animales exóticos que exhiben en el zoológico... ¿ZOO - LÓGICO?...piensan que soy como el tigre, que pasea aparentemente tranquilo en su reducto y de pronto, obedeciendo a su naturaleza de fiera, gruñe atemorizando a los voyers de boca abierta.
Hoy tengo que pasar el test. Si... como en una prueba de selectividad contestaré a unas preguntas y si lo hago bien, (dentro de los cánones) me iré a casa como he venido. De lo contrario, tal vez regrese con una receta médica nueva y durante unos años, haga de cobaya para la farmacéutica mundial. Al llegar a casa se lo diré a mi madre y ella, como siempre me dirá que deje de ser tan paranoica. Como si yo pudiera dejar de serlo así, sólo proponiéndomelo...entonces madre -diré yo- ¿para que debería ir al psiquiatra?.
Ella teme que deje la medicación, porque piensa que no puedo razonar. Yo siempre la tranquilizo, o al menos lo intento, pero ella no me crée cuando le digo "mamá, yo tengo un problema de salud mental, pero puedo pensar y sé que me encuentro bien cuando tomo las pastillas que me recetan, así que me las tomo y no veo el motivo por el cual debería decidir dejar de tomarlas. Por ejemplo madre, a tí te duele la espalda, mucho, muchísimo, cada día te tomas un motón de pastillas, tantas, que si te agitasen parecerías un sonajero. Bien, ¿te importa que esas pastillas puedan formar parte de algún estudio médico?. No. ¿Por qué? porque te alivian el dolor. Pues a mí me pasa lo mismo mamá querida, me las tomo. ¿Por qué?. Porque me siento bien.
II
Duerme tranquila mami, que mañana iré a tu fiesta perfectamente maquillada y no me comeré a ninguna de tus amigas, a pesar de que se lo merezcan. Ah! podrías explicarles que mi enfermedad no me convierte en Anibal Lecter. De hecho me hace muy sensible y que incluso a veces me hacen llorar con esas miradas temerosas y cínicas debajo de sus peinados perfectos. ¡Realmente dan mucho miedo mamá!. Diles, de una vez por todas, que soy esquizofrénica. Que no es sinónimo de asesino en serie, y que dentro de la población con esquizofrenia el porcentaje de asesinos es mucho más bajo que en el de la población "normal" entre la que alegremente os incluís.
III
Si, es verdad, a veces he llorado después de una visita de las estiradas amigas de mamá. Pero por lo general me dan mucha risa, e incluso pena. La pena que se siente por un verdugo. No tienen empatía. Y yo creo que la empatía es lo que nos hace humanos. A veces me pregunto ¿de qué lado de la reja está realmente el Zoológico?.
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