martes, 11 de mayo de 2021

Un año

-Unos meses encerrados, no creo que sea tan difícil- pensé erróneamente hace más de un año. El primer mes fue sencillo, solo me ocupaba de la escuela, que por las prisas y el nuevo modo fue más sencillo aprobar. Cuando acabó la escuela vino el problema y más por mi ingreso a la universidad, sinceramente tuve más tiempo libre para estudiar y ahogarme en mis sentimientos.

Después llegaron los meses de soledad, mejor dicho, donde me di cuenta de ella, nadie hablaba conmigo solo tenía la compañía de mi familia que al igual era una preocupación diaria, mi padre sale a trabajar temprano y regresa tarde, tiene contacto con mucha gente lo cual es peligroso en estos tiempos. Mientras me atormentaba con los pensamientos de que mi familia se infectara comencé a pensar en lo afortunado que soy y lo injusta que es la vida, porque muchos aunque quieran no podían cuidarse ya sea por recursos o por desinformación, que el mundo me ha mostrado que igual es un privilegio tenerla.

La fortuna llegó y a los seis meses recibí la noticia de que logré entrar a la universidad que quería, me alegro al momento porque el arriesgarme a presentar el examen de admisión no fue en vano, aunque también pensé en la tristeza de quienes lo presentaron y si tuvo repercusiones en ellos o en algún familiar y aún más triste sino fueron seleccionados. Mi mente comenzó a trabajar para captar lo negativo del mundo y así comencé a descuidarme.

El primer mes de las famosas clases en línea estuve motivado, pero con el tiempo fue empeorando, perdía la motivación y mis horarios se deformaron tanto que, aunque estuviera en mi casa, no tenía tiempo para nada más que para sentirme mal. No entendía que pasaba, tenía todo (gracias al cielo), mi familia estaba sana, estaba en la escuela que quería y no me faltaba nada, pero aun así no me sentía bien. Llegó el punto donde hasta me acostumbre a no hablar con nadie y mi casa se volvió una cárcel custodiada del miedo a la enfermedad.

Un buen día que vagaba por mis redes sociales note que no era el único que la pasaba mal (sí había olvidado que existían más personas), entonces empecé a buscar que estaba afectando, estaba harto de sentirme mal, así encontré cosas para sentirme mejor, comencé a recordar mis pasatiempos, escuchar música que antes escuchaba y nuevas que fuera encontrando. Así de nueva cuenta comencé a sentirme bien y que tenía todo el tiempo del mundo, solo hacía falta ajustarlo para que pudiera hacer todo lo que quería.

Finalmente logré convertir esa prisión de nuevo en mi casa, en un lugar donde pudiera estar a gusto y en una nueva oportunidad para superarme. Sé que mucha gente no tiene lo que yo, que están en riesgo todos los días (más que otras) pero, solo es ajustarse y claro también encontrar ese equilibrio. Estar bien y estar mal de vez en cuando.

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