jueves, 6 de mayo de 2021

TOC

    Sí, lo cerré. Pero me voy a fijar de nuevo, por si acaso. Sí, está cerrado. Pero ahora sí, lo voy a hacer concentrada: abro y cierro, una vez, cierro, dos veces, cierro, tres. Ahora sí. Esta noche estoy sola. Si no queda bien cerrado, podría entrar alguien. Voy a comprobar por última vez: abro y cierro, una vez, cierro, dos veces, cierro, tres. Ya está. Basta. No lo pienses más. ¿Y si entran y te violan y te matan? No, no voy a mirar. No cuesta nada comprobarlo. Así te quedas tranquila. Bueno, miro por última vez y me voy a dormir, no puedo más. Dos veces, cierro… me he perdido… cierro, una vez, cierro, dos veces, cierro, tres. Fíjate bien. No vas a hacerlo más. Siento un nudo en la garganta. El llanto lleva esperándome todo el día, sé que llegará. Joder. Deja de pensar.

La noche está llena de rituales. Me lavo las manos antes de tocar la cama. Y todas las partes de mi cuerpo que están expuestas. Para no contaminar. Hay un pelo sobre el cubrecama. ¿Será tuyo? Sí, es mío, ¿de quién va a ser? ¿No será un vello púbico de alguien, que llegó ahí por accidente? Qué tontería. Pero no puedo estar segura de que no lo sea. Está bien, voy a desinfectar con un poco de alcohol. Primero lo retiro sin tocarlo, con un papel, luego me lavo las manos, me las humedezco en alcohol y limpio suavemente el pedacito de colcha que tocó el pelo. Me vuelvo a lavar las manos. Y los brazos, por si acaso. Y me acuesto. Ya dentro, me pregunto si la contaminación atravesó la colcha y llegó a mi pierna. Intento distraerme, pero esa idea vuelve. Me levanto. Pienso en la posibilidad de cambiar la ropa de cama. Pero estoy cansada. De nuevo siento que voy a llorar. Pero no. El llanto no llega. Voy al baño y me lavo las manos, me las humedezco en alcohol y limpio de nuevo el pedacito de colcha que tocó el pelo. Pongo alcohol en la sábana y en mi pierna, por si acaso. Quiero irme a dormir pero siento mucha angustia. Y no le pudo decir a nadie. ¿Quién va a creer que me he puesto así por un pelo? Intento respirar despacio, pero el corazón me golpea las costillas.

Busco entre mis libros. Guardé la tarjeta en la primera página de Poesía Vertical. Una psicóloga me hará tocarlo todo, no puedo. Pero quiero dormir, abrir las puertas con la mano, que deje de arderme la piel de las palmas, rozar a mis padres sin asco. El lunes llamaré. Me pedirá que me exponga. No creo que pueda. Pero quiero intentarlo. Me acuesto sin tocar esa parte de la sábana y la colcha. Llorar me ha dado sueño. Quiero tocarlo todo. ¿Cerré la puerta? Sí, la cerré… recuerdo haber dicho "dos veces, cierro, tres". Sí, seguro. El lunes. Me pedirá que me exponga. Quiero intentarlo.

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