miércoles, 5 de mayo de 2021

Salud, amor o dinero

    Las últimas Navidades salió la típica pregunta de qué era mejor, tener salud, amor, o dinero. Con las tres personas de mi familia con las que hablé sobre este tema, cada una tomó una decisión diferente. Tocó mi turno, y ninguna de ellas me resultó satisfactoria. Al acabar la noche, regresé a mi casa. Le seguí dando muchas vueltas al tema y caí en que ninguna de esas era la respuesta correcta. Lo correcto es tener un propósito. Quise comunicarles lo que se me había ocurrido, pero ya pasaron del tema y siguieron con sus vidas normales, sin preguntarse mucho. Mi visión del propósito es que, si tienes uno, vas a buscar tener buena salud, vas a querer dar todo el amor que esté en tus manos y querrás tener solo el dinero suficiente para mantenerte.

La salud mental se consigue al hacerse preguntas. Es de las cosas más baratas que hay en el mercado porque se alimenta de la curiosidad infinita que teníamos al ser pequeños. Sí, este es mi propósito en la vida. Desconozco el tuyo, pero el mío reside en comprender por qué las cosas son como son y no son de otra manera. Ese mismo propósito se divide en otro que consiste en poder crear algo a partir de lo que voy aprendiendo en el mundo.

Puede ser un poema, una historia, una pintura… Lo que sea que muestre que he dejado huella. Mis amigos ahora me notan más satisfecha con mi vida a pesar de no estar trabajado. De no tener pareja. De no ser rica. De tener anemia.

He tenido amigos a lo largo de mi vida, pero es ahora cuando me doy cuenta de que, solo abriéndome al mundo, puedo abrirme a los demás. Dejar que me conozcan. Que vean mis defectos y me quieran aún con ellos. Posiblemente, ellos piensen lo mismo y es en esa calidez, en ese compañerismo, donde siento que es de los mayores bienes que hay. Aquella que respondió el amor, podría ser quien más se acercase, pero no es del todo cierto. No recibo ni nadie recibe amor por todas partes. Solo puedes darlo y recibirlo si así lo deseas.

Recientemente fui rechazada por una mujer de la que me había enamorado. Por la que había sentido un arrebato. No hice nada malo. Le abrí mi corazón por si ella también quería hacer lo mismo con el suyo. Recibió toda mi atención. Sé que le gustó, aunque no me lo confesó.

Más tarde, al abrirme más todavía, noté algo de desprecio hacia sí misma además de no ser sincera hasta sus últimas consecuencias. Mi salud mental no podía estar más contenta conmigo misma: Expresé lo que sentía. Lo acepté. Eso es lo único que depende de mí. No depende tanto de mi las reacciones. Lo que depende de mí es ese propósito de ser cada día mejor con respecto a mí misma. De querer a los demás como siento que me quiero.

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