domingo, 9 de mayo de 2021

Respira

    Estoy en mi cama, puedo sentir el frío en mis pies y solo veo en la oscuridad la luz tenue de mi lámpara de noche. Uno, inhalo. Se supone que este es un lugar seguro para descansar y relajarse, pero hoy me encuentro envuelto en la complejidad de mi mente. Dos, exhalo. Intento calmarme, sin dejar que me carcoma. Tres, vuelvo a inhalar. Mientras cierro los ojos intento recobrar el control de mis piernas acalambradas y de mi mandíbula temblorosa. Cuatro, exhalo profundamente.

Intento recordar lo que el psicólogo me dijo, respirar y ubicarme en el presente. Se me hace muy difícil enfocarme en el presente cuando tengo este sentimiento inminente de que mi vida corre peligro. He intentado esto de la respiración varias noches y no siento efecto. Todo esto es mucho para mí, no creo que pueda con tanto, pesa mucho, soy muy débil para seguir. Quiero correr.

Como si de un hechizo se tratase, mi deseo se cumple. Siento la adrenalina en mis piernas, que están listas para ganar cien maratones al igual que mi corazón que trota a mil por segundo. Mis manos frías, mi pecho exaltado, mi espalda adolorida y mi mente un enjambre de abejas agitado sin rumbo, norte o razón, solo angustia que se manifiesta en síntomas ineludibles, quiero que acabe, quiero llorar, me quiero morir.

Una lágrima, un grito ahogado, unas vueltas en la cama, todo un espectáculo nocturno. No quiero que esto continúe controlándome, yo sé que puedo, solo debo intentar nuevamente.

Uno, inhalo; siento la cobija que me cubre el cuerpo. Dos, exhalo; escucho el sonido de la tele de la habitación de mi abuela. Tres, inhalo; concéntrate en tu respiración. Cuatro, exhalo; ignoro mi mente, mi foco es mi respiración. Cinco; mi meta es mi salud mental.

La brisa que entra y sale de mí se vuelve mi religión. Cada ciclo me limpia y me purifica. El presente se siente más palpable que nunca y por un momento la incertidumbre del futuro me abandona como el aire por mis pulmones.

Tras unos minutos empiezo a apaciguarme. Si bien la angustia me arropa, en este momento mi única meta es respirar y de verdad siento que lo estoy haciendo bien. Tal vez deba exigir menos de mí, creo que basta con poder respirar un día más.

¿Qué más me dijo el psicólogo? ¡Ah, ya!, escribir. Ya que no puedo dormir, no me haría mal. Al transcribir mis preocupaciones a un papel, siento como todo cobra orden en mi mente. Aquel estambre enredado se va deshilachando hasta crear una línea coherente de ideas. Siento más calma, respiro con facilidad. No me doy el crédito que merezco, esta noche logré sobrevivirme. Debo comentar esto a mi psicólogo, me siento orgulloso de mí mismo. Apago la lámpara de noche, apago mi cuerpo y ahora, por fin, apago mi mente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario