La salud mental, este término, que continúa habiendo muchas personas que no entienden o ni siquiera han oído hablar de él, tal vez porque no hayan tenido ninguna experiencia propia o cercana, pero sí, existe. Cuando oímos hablar de que alguien va a un psiquiatra se le pone la etiqueta de "loco/a", tal vez sea por los antiguos "manicomios" ahora denominados "hospitales psiquiátricos". El primer manicomio del mundo que se fundó fue Valencia en el año 1409, en pleno siglo XIV. En estos centros predominaban la miseria y la masificación, y a los que sufrían algún tipo de trastorno se les trataba poseído por espíritus diabólicos o algún tipo de brujería, utilizando prácticas violentas como el exorcismo para "curar" al paciente. En el siglo XIX empieza hacerse visible la psicoterapia (psicológica, cuando el paciente no requiere de medicación o psiquiátrica, cuando ya es un requerimiento para que la persona mejore). Estas terapias van progresando cuando se consolida la especialidad de la Psicopatología y la Neuropsiquiatría. Tal vez, yo entienda correctamente este término, ya que desde los 10 años me he movido por este ámbito. Durante muchos años he tenido y tengo enfermedades psicopatológicas como el Trastorno Obsesivo Compulsivo, llamado TOC o Trastorno de Ansiedad Generalizada, con un especialista continuado en el tiempo para poder sobrellevar una vida lo más regular posible. Es cierto que es posible que nunca estemos bien al 100%, pero con medicación y con fuerza de voluntad por nuestra parte para salir del agujero negro que sentimos sin salida, se puede, se puede vivir e incluso hacer como que no se note, de ahí mi encabezamiento a este relato. Parece imposible superar situaciones y circunstancias adversas, pero con algún tipo de trastorno aún se complica más, ya que todo es cuestión de paciencia, fuerza y tiempo, por eso, quiero llevar la resiliencia marcada en mi piel para siempre, para que nunca se me olvide que TODO se puede, absolutamente todo, y si no puedes luchar contra ello, únete a él, e intentar llevaros bien, es la única opción que os queda. Y, por supuesto, intentar que conforme pase el tiempo se normalice más el término de "salud mental". Nadie es inferior por ello, tal vez sea lo opuesto, ya que nos queda un largo camino por recorrer y mil batallas que librar durante parte o el resto de nuestra vida, porque, aunque seamos "enfermos mentales", nuestra afición también es la de todos: VIVIR.
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