martes, 4 de mayo de 2021

Pensamientos de una mente suicida

    Pienso en el suicidio al menos cinco veces al día. No es que tenga un horario fijo para hacerlo, tampoco que lo haga antes o después de cada comida (suponiendo que me alimentase correctamente) o que cuente las veces en que esa palabra se cruza por mi mente en un promedio de veinticuatro horas. En realidad, no sé por qué doy por hecho que son al menos cinco veces, supongo que es un número que considero aceptable al tomar como base un promedio de los días o quizá -y más verídico- es que es mera estipulación. El suicidio me sacude de imprevisto, es difícil de explicar. No es necesario que un sentimiento de tristeza o depresión me invada para considerarlo. No, no es así. Si yo me suicidase el día de mañana, usted tendría que entender dos cosas: la primera es que era algo que, de alguna manera, todos sabíamos que tarde o temprano pasaría. La segunda es que lo más probable es que, tras dicho hecho, no exista un motivo de trasfondo. Entonces ¿por qué recurrir al suicidio "sólo porque sí"?

Antes de emitir un juicio hacia mí, usted debe considerar que la voz en mi cabeza -si, esa misma que repite dicha idea una y otra vez a lo largo de los días- se ha vuelto inconsciente y repetitiva, al grado de ser ahora una parte de mí que posee vida propia e intenta ser conocida. Si bien la aceptación de un "yo", que en realidad no posee una personificación física podría resultarle un poco absurda, sería probablemente más idóneo presentarle a esa voz como el mero desprendimiento inconsciente de aquello que, desde años atrás, reprime mi subconsciente.

Lo que comenzó como una idea depresiva en mis años más jóvenes, siendo producto de una familia disfuncional y una soledad inmensa dada por el miedo a aceptar quien soy, fue evolucionando de una manera casi irreal. Aunque en antaño dicha posibilidad tuvo sus intentos de ser llevada a cabo gracias a mi inmadurez, hoy en día se manifiesta como la aceptación de que sí, en algún momento podría hacerlo, no importa que exista o no un motivo para ello, no hay día que la idea no ronde por mi cabeza.

Antes de ver esto como una advertencia y/o señal de alarma, debe considerar la alternativa de que esto que aquí le planteo no sea más que la divagación de alguien que, sabemos, jamás tendrá el valor o la cobardía suficientes (dependiendo el punto de vista desde el que se observe) de quitarse la vida. En realidad ¿qué sabemos? ¿qué sabe usted de mi sino aquello que yo he querido que usted sepa? Lo único que sabemos es que, si usted es ahora sabe esto, es porque yo así lo he querido, ya sea de una manera consciente o inconsciente. Porque nadie le hablará del suicidio como yo lo he hecho, porque el suicido está condenado al igual que el suicida, al igual que la salud mental y yo ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario