Transcurría el año 1998, de los últimos años del servicio militar obligatorio en España.
Desde pequeño atraído por los ejércitos, la mili siempre había estado en mi mente. Llegó el momento, estaba en la base militar de la brigada Guzmán el Bueno (Córdoba), ¡por fin con mi soñado uniforme de soldado! Estaba en plena forma física y mental, lo que me daba aires de superioridad. Todo el adiestramiento lo realizaba con pasión destacando en la tropa.
Pasaron tres meses de mi llegada, tras ese tiempo un reemplazo de soldados finaliza su servicio y otro comienza. Llegaron nuevos reclutas, y cuál fue mi asombro al ver en las nuevas filas a un chico de mi pueblo, era Óscar, un chico muy extraño, abandonado por sus padres drogadictos de pequeño y criado por su abuela. Mis recuerdos lo sitúan en la biblioteca municipal, leyendo en soledad, murmurando, como si alguien imaginario le hiciera compañía. Esa misma noche se lo conté a mis compañeros, les hizo mucha gracia, Óscar alias "el rarito".
La mañana siguiente al salir del edificio de mi compañía para incorporarme a mi vehículo blindado, Cáceres 88, Óscar, el rarito, estaba en la puerta, esperando, marchaba para casa, el equipo de salud mental de la base tras su evaluación, le habían diagnosticado esquizofrenia.
Me despedí de él después de todo era un ser humano , tras su despedida caminé unos metros adelante donde estaba mi vehículo , sin esperarlo, un estruendo me asustó y me agaché en un segundo, lo había ocasionado accidentalmente un disparo de la ametralladora anticarros que manipulaban mis compañeros , pasado el susto me levanté e intenté caminar los escasos metros que me separaban del vehículo , pero de pronto vi como mi pierna derecha quedó atrás ,separada de mi cuerpo, y en cuestión de segundos se formó un gran charco de sangre , me desmayé , sólo recuerdo la cara de miedo de mis compañeros.
Días después desperté en la cama del hospital, enseguida me hice consciente de lo que me había ocurrido, ya no volvería a ser el de antes, pero aun así sabía que debía sentirme afortunado por no haber muerto.
Le di las gracias al médico que me operó reconstruyendo lo que había quedado de mi pierna, el médico replicó: ¡mejor dáselas al que te realizó el torniquete, ha sido un milagro que no te hubieras desangrado! Esa misma tarde recibí la visita de mis compañeros y fue entonces cuando me llevé la gran sorpresa de mi vida, me contaron que ellos al ver el horror de lo sucedido quedaron paralizados por el miedo, fue Óscar "el rarito" el que se acercó corriendo y me realizó el torniquete. En alguno de los libros que había leído en la biblioteca municipal debió de haberlo aprendido y hoy en día en mi pueblo Óscar alias rarito es Óscar alias Salvador y con su correspondiente tratamiento de salud mental lleva una vida normal.
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