martes, 4 de mayo de 2021

Nos vemos pronto

    No me importa que los demás piensen que es de viejunos escribir cartas. A mí me gusta más que el wasap, por ponerte un ejemplo. Me gusta escribir cartas porque solo se las escribo a la gente especial, especial como tú. Tampoco me importa que desde que era un crío me hayan puesto la etiqueta de borderline (o "rarofriki de cojones", como me dicen los de mi clase de primero de Bachillerato). En realidad, mi existencia va asociada a un rosario de siglas que me han ido colocando los médicos y psicólogos, que si TEA, que si TDAH, que si trastorno adaptativo…Pero lo que ellos no saben es que yo no me considero trastornado ni tiranizado por ningún sídrome. No entienden que no necesito empastillarme por lo que ellos llaman mi salud mental (al menos de momento) y que si tuviera que drogarme, preferiría engancharme a otras drogas como la música o la pintura. Reconozco que hay chavales a los que la medicación les ha cambiado la vida y que no la dejarían por nada del mundo (y creo que tienen razón), pero ese no es mi caso. Yo me siento muy bien ahora, tal y como soy, gracias a la pintura.

Me dijo un colega del insti que te han internado en la planta de psiquiatría del hospital Santa Lucía. Sé que para ti es chungo (muy chungo), estar vigilada todo el tiempo y escuchar a las enfermeras decirte lo que tienes que comer, lo que tienes que leer, cuándo hay que irse a la cama y todo ese rollo. Sé lo que sientes. Cuántas veces me he sentido como tú, solo e incomprendido, igual que Holden Caulfield, el adolescente en busca de un lugar en el mundo de El guardián entre el centeno. Pero saldrás adelante. Te lo aseguro.

Mírame a mí. Quién diría hace unos años que este loco (el loco del colegio y del instituto) se ha convertido en un artista reconocido internacionalmente. Ojalá otros supuestos tarados hubieran tenido la misma suerte que yo. Ojalá la hubiera tenido también mi maestro Van Gogh (que al final no fue víctima de su mala salud mental de hierro, sino de algo mucho peor: la crueldad, la ignorancia y la envidia de los otros).

El Airbus en el que vuelo ahora mismo desciende poco a poco en la noche de París, iluminada por las luces diminutas de los faros de los coches en el Périphèrique. En unas horas, recogeré en esta ciudad el premio de pintura al artista revelación del año. Y entonces,Sonia, pensaré en ti. Y no sé la razón exacta, pero no paro de repetir en mi cabeza una parte de esa canción tan guay de Love of Lesbian titulada "La parábola del tonto"( que en mi caso podría ser perfectamente "La parábola del loco"):

"He tirado bolsas llenas de ansiedad

y aquellos defectos que uno guarda por guardar (…).

Tan solo sé que hay más luz de lo habitual".

Nos vemos pronto.

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