martes, 4 de mayo de 2021

Mi Cita

    Es una mañana genial, no lo puedo negar. Solo falta mi cita. Según el reloj resta un minuto y treinta y cuatro segundos para que llegue, sería decepcionante si se retrasara. Aprovecho ese tiempo para revisar de nuevo que todo esté en orden. Se encuentra todo perfectamente alineado en la mesa y mi vestimenta estrictamente arreglada, solo me incomoda el sujeto que está cerca de mí, me mira con cara de pocos amigos, que raro, aunque la verdad no le presto importancia, mi cita se lleva ese premio. A falta de pocos segundos para la hora acordada entra ella desterrando cualquier pensamiento que pasa por mi mente. Dios, es hermosa, no me canso de repetirlo. Apenas me ve sonríe y destruye esa pose varonil que con cualquier otra me hubiese generado confianza, solo puedo responder con otra sonrisa. Mientras se acerca imagino una vez más un futuro con ella a mi lado, sé que suena algo loco, pero si alguien fuera tan virtuoso de verla con mis ojos quizás podría entenderme. Tal parece que fuera esculpida por orden de Dios a manos del mejor artista. Tiene unos ojos que brindan gran calma, son mi paisaje favorito, pero a su vez sus labios me ponen muy nervioso, no sé si pueda controlar mis impulsos de besarla.

-Hola Freddie – me dice mientras toma asiento –¿Cómo has estado?

-La verdad, un poco ansioso – respondo mientras observo cada gesto sensual inconsciente que realiza – esperaba con muchas ganas nuestro encuentro.

Ella sonríe, pero parece que mi comentario no fue del todo agradable. De hecho, después de pronunciar eso, el sujeto cerca de mí no me quita la vista de encima, hay que ver lo indiscretas que son las personas hoy en día.

- ¿Sabes algo? – me pregunta retóricamente – cerca de este lugar hay un lago maravilloso. Cuando atardece es uno de mis sitios favoritos. Su secreto, es la gran tranquilidad que regala, y eso es lo que más admiro en las personas. En la actualidad ya no puedes charlar con alguien sin que tenga una furia interior, casi todos llevan una agresividad perenne.

-Sé de qué hablas – añado – cada vez que veo tus ojos puedo entender que describes – termino mi frase con una mirada envuelta en picardía –.

Ella toma unos segundos acomodándose de nuevo en la silla, al parecer mi comentario no sonó como yo esperaba, estoy muy a la ofensiva.

- ¿Y tú día, qué tal ha ido? – pregunto para romper el breve silencio –.

-Me acosté muy tarde pensando y me levanté muy temprano para llegar puntual – responde – por lo demás, ahora es que está iniciando. ¿Y qué te parece esta mañana? –pregunta con un tono muy dulce –.

Ignoro la pregunta, su escote está un tanto desalineado. Me acerco para arreglarlo, y en la trayectoria, bebo un poco de su embriagante perfume. Ella en un acto de desagrado retira mi mano, mira hacia el sujeto imperantemente, como si tratara de detenerlo. Aunque la verdad no entiendo por qué.

-Freddie recuerda mantener el respeto – me dice de una manera muy seria–.

- Solo trataba de ser cortés – me reincorporo en mi asiento y continúo – intentaba arreglar tu escote, estoy a favor de la caballerosidad. Sé cómo tratar a una dama, y más si es una chica tan especial como tú.

-Freddie, por favor, recuerda la barrera que existe entre nosotros y nuestras posiciones, centrémonos en lo que es más importante – me dice en un tono muy profesional –.

Si algo me ha enseñado cada película romántica de Hollywood, cada historia de amor, es que este sentimiento puede romper cualquier barrera, saltarse cualquier posición, y que, para conquistar a una chica, a veces hay que realizar ciertas locuras. También es mejor actuar, y luego pensar. Por eso, me lanzo sobre ella inesperadamente, sostengo su rostro, para así alcanzar sus labios con los míos. Acción que nunca esperó y rechazó al instante, sentía sus manos en mi pecho intentando alejarme, su cuerpo tenso y defensivo, aunque, en realidad, lo que más sentí fue la bota derecha del sujeto cercano a mí impactando sobre mi rostro y tirándome lejos de la mesa. Acto seguido inyecta una especie de calmante muy potente que me va dejando dormido al instante.

- ¿Doctora está bien? – dice el sujeto– le dije que era un paciente muy agresivo.

Me duele mucho la cara y rápidamente me estoy quedando dormido, pero eso no importa, desde aquí la puedo ver, y sé que, si mantengo una buena conducta, me ganaré otra cita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario