Era su primera cita y quería que todo saliese perfecto, por lo que cuidó hasta el más mínimo detalle para ello.
Llegó a la hora que habían quedado, pero ella ya le esperaba impaciente. Estaba guapísima como siempre. En su rostro percibió una mezcla de ilusión y desconcierto, aunque sintió que le había causado buena impresión.
Fue la cita soñada: cena a la luz de las velas, muchas risas y complicidad y fin de la velada bailando "Cheek to cheek", su canción favorita.
Al acabar la acompañó a casa, ella le invitó a entrar y fueron hasta su habitación donde se acostaron abrazados el uno al otro.
Él, mientras tanto, observaba con melancolía esa vieja foto del día de su boda que presidía la pared, pensando que lo único bueno de esta terrible enfermedad es poder bailar cada noche al son de Fred Astaire, como si fuera aquella primera vez.
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