Ella era una artista cotizada, sus cuadros y dibujos no dejaban indiferente a nadie, pero nadie era capaz de descifrar el significado profundo de su obra. Ni siquiera su galerista, interesado solamente en vender, sabía del tormento que escondía, y le exigía estar presente al menos en la inauguración de sus exposiciones, entonces ella se mantenía retraída, sonriendo tímidamente, observando desde la lejanía. Todos la miraban con una extraña mezcla de reverencia y de ese asombro que produce un animal exótico: era una artista, y todos esperaban, incluso exigían, que fuese "rara", distinta a los demás, y ella cumplía sus expectativas.
Un día, en una de esas exposiciones, alguien (que luego ella sentiría angelical), vio más allá de lo que los demás veían, contempló su obra, luego la vio a ella retraída en un rincón, se le acercó y vislumbró detrás de su mirada un tanto huidiza un dolor y una tristeza que contrastaban con la sonrisa tímida y dulce con la que se vestía y que ofrecía al mundo.
— Perdone que me tome la libertad y la osadía de hablarle y que me atreva a ser, tal vez, demasiado directo, he contemplado intensamente su magnífica obra, es usted una gran artista… pero veo tras su mirada un dolor y una angustia infinita…
Ella quedó, con el desconcierto de lo imprevisto, como desnuda delante de él, al principio turbada, pero enseguida comprendiendo que aquella persona la miraba desde una cercanía desde la que nunca antes nadie la había mirado, y que ella podía mirar sus ojos como hacía mucho a nadie miraba.
Poco a poco sus caminos se fueron entretejiendo, un espacio de confianza se fue abriendo entre ellos, no fue una relación de amor romántico, fue una relación de cariño y empatía, del cariño y la empatía que puede haber entre el psiquiatra y su paciente.
La obra de ella cambió, tal vez ya no vendiera tantos cuadros, pero dejó de volar por cielos tenebrosos y pudo acariciar muchos momentos de felicidad.
Blog con los relatos presentados al concurso convocado por la Plataforma “Salud Mental y Cultura”, integrada por la Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcázares, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco.
martes, 4 de mayo de 2021
Cielos tormentosos
Ella volaba por cielos que la mayoría de las personas ni siquiera es capaz de imaginar. Pero no era dueña del control de sus viajes, sus vuelos la podían llevar a un cielo limpio y lleno de hermosos colores, aunque la mayoría de las veces la arrastraban a cielos tormentosos, tenebrosos, con oscuros nubarrones y amenazantes criaturas. Entonces, en la soledad de las alturas, el temor y la angustia atenazaban su pecho, y el dolor creaba pegajosas telarañas en su mente desconcertada. Cuando regresaba a la tierra, temor, angustia y dolor seguían poseyéndola por completo y la dejaban durante horas encerrada en su otra soledad, la soledad de su casa, donde, en un intento de exorcizar sus males, llenaba lienzos y papeles de arrebatados trazos y pinceladas.
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