domingo, 9 de mayo de 2021

En Busca de Equilibrio

    Era un adulto joven como cualquier egresado de la Universidad. Había completado sus estudios con excelentes notas, sin embargo, con el paso de las semanas de haber egresado, muchas dudas comenzaron a invadir su mente. Durante el día, comenzó a preocuparse por su futuro; a no dormir bien durante las noches; cayendo en un estado de nerviosismo. No era la primera vez que algo así le sucedía; ya había pasado por situaciones un poco parecidas durante sus años de primaria, cuando, sin razón comenzó a reusarse a ir a la escuela, o a sentirse mal estando en clase; era como un repentino miedo, sin siquiera saber a qué. No obstante, en esa etapa, con la ayuda de un psicólogo infantil, logró superar esa crisis sin mayor problema.

Ahora, en las últimas semanas de esta nueva fase de su vida; la situación para él parecía estarse tornando cada vez más y más difícil, llegando hasta el punto de no poder controlarse. Comenzó a tener pequeños ataques de pánico. Luego, había momentos del día, en que su vida parecía perder todo sentido, se percibía derrumbado, ansioso; con la sensación de querer echarse a correr sin saber hacia dónde. Se miraba a sí mismo, con el sentimiento de estar perdido, de no tener un objetivo. ¿Qué quiero hacer?, ¿que en realidad vale la pena? se preguntaba; "la vida está pasando", pensaba, ¿y yo?, ¿qué he hecho?, ¿porque me siento así?, ¿estaré perdiendo la razón? Los pensamientos negativos iban creciendo como una bola de nieve. Por ratos lloraba, y eso, le enojaba; le disgustaba mucho verse y sentirse débil, se percibía cobarde e incapaz de emprender cualquier actividad; sentía mucha pena de sí mismo; pensaba que era menos que todos los demás. Así pasaba las horas; de tanto autoanalizar se sentía tan cansado, que llegaba al nivel de quedar exhausto. Todo esto era muy desesperante, no sólo para él, sino para quienes le rodeaban, amaban, y querían ayudarle.

Por momentos se desahogaba y razonaba con los miembros de su familia, llegando a conclusiones como: "no hay tanto de que preocuparse", "la vida es así", "aún soy joven", "podría hacer muchas cosas en la vida". Analizaba una a una la diversidad de oportunidades que de hecho tenía, para encontrar algo que lo hiciese sentirse pleno, participe, entusiasmado, comprometido, útil. Pero al poco rato, volvía a caer en ese estado de depresión y sentimiento de incapacidad.

Después de un tiempo con las crisis diarias y de irse convenciendo, consideró la posibilidad de hacer caso a lo que le aconsejaban, decidiendo entonces, enfrentar su primer reto; pedir ayuda profesional, y así, lograr sentirse sano, no sólo corporal, sino mentalmente, alcanzar el equilibrio intelectual que le hacía falta.

Acudió al especialista e inició el tratamiento. Pasadas algunas semanas, notó un pequeño cambio en su actitud; sabía que faltaba mucho para obtener resultados, pero; la paz que experimentaba en pequeños momentos, llenaba su mundo, de esperanza, de tranquilidad, simplemente, de felicidad.

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