miércoles, 5 de mayo de 2021

Don Aloysius

    Disfruto mucho las conversaciones con Esteban, mi hijo menor. Hace poco hablábamos del enfoque de Nietzsche sobre el sufrimiento y sus similitudes con la visión de Séneca. Nos entreveramos en una acalorada discusión, como siempre. Es que nunca nos ponemos de acuerdo. Él es estoico, yo, más Schopenhaueriano. Pero igual nos queremos mucho.

Los otros días vinieron a verme Jorge con sus dos nenas: unas divinas totales. Mis nietas son unas niñas muy inteligentes y simpáticas. Les encanta jugar conmigo, nos divertimos en grande. Agradezco que mis hijos me visiten. Desde que falleció Sofía, mi mujer, los días se hacen muy largos.

Hoy a la mañana me estaba preparando el desayuno y de golpe perdí de vista mi tostada. ¿Dónde está? Me preguntaba a mí mismo. Nunca la encontré, me tuve que preparar otra.

Las visitas con Esteban se están tornando más monótonas. Ya no discutimos tanto, él me mira con ojos lejanos, como tristes. Yo a veces intento sacarle tema, pero él deriva siempre en otras cosas.

Las hijas de Jorge me siguen visitando y jugamos, pero Jorge se las lleva rápido. Ya me olvidé cuando fue la última vez que jugamos la tarde entera.

La semana pasada vinieron los dos: Esteban y Jorge. El mayor no trajo las nenas. Yo me había hecho la cena, aunque era raro porque todavía era de día. Últimamente me pierdo con los cambios horarios de verano a invierno. Estuvimos hablando los tres, y me dijeron que estaban preocupados por mi salud mental. ¡Bah! Qué sabrán. En la semana vamos a ir a ver a un médico.

Me estaba bañando pero lo olvidé. Me olvidé que estaba ahí, que tenía que salir, secarme y afeitarme. Al salir, las yemas de mis dedos estaban arrugadas. Me corté al afeitarme, pero no me dolió. No recuerdo que doliera.

¡Los médicos no saben nada! Son unos matasanos charlatanes. ¡Me quieren sacar de mi casa! Ni loco me voy de acá. Me tendrán que llevar muerto.

La residencia está bien. Juego al ajedrez con un viejo simpático cuyo nombre no recuerdo. Me tratan bien. La comida es regular, pero no me quejo. Esteban viene a verme y Jorge trae a las nenas de vez en cuando.

Hay una señora muy guapa aquí. Estuve hablando con ella los otros días y resultó muy simpática. Me hablaba como si ya nos conociéramos de antes.

Extraño las charlas con mi hijo menor. Ya no lo veo tanto, estará ocupado con sus cosas. El más grande viene a veces también. Le pregunto de su vida y siempre me menciona a sus dos hijas. No me acordaba que tenía dos nenas. Los dos me sonríen, pero yo sé que sus rostros me ocultan algo. O eso parece.

Estoy cansado. No sé qué día es hoy. A la mañana vino un tipo que me hablaba. Parecía buena gente. No sé quién es. Luego vino otro. Me sonreía, no sé porque. Estoy cansado. Me voy a dormir, mañana será otro día.

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