martes, 4 de mayo de 2021

Como las plantas

    Hace relativamente poco tiempo que me he dado cuenta de que uno de mis hobbies favoritos es la jardinería. Pero es que la jardinería no es un tema sencillo.

No todas las plantas son iguales: hay plantas que son muy altas, y que requieren de mucho espacio para crecer. Hay plantas que necesitan ser regadas con más asiduidad que otras, hay plantas que demandan un tipo de clima específico, hay plantas que dan frutos, hay otras plantas que no tienen flores… Pero es que nunca hay dos semillas de las que vayan a brotar dos plantas completamente idénticas, que se desarrollen de una misma forma, cuyas reacciones a los factores externos sean los mismos.

Y supongo que ahí es precisamente donde reside lo interesante de la jardinería, ¿no?

La mayoría de las veces, las plantas saben cuáles son las cosas que necesitan para crecer, cómo deben nutrirse, cómo deben realizar los procesos de fotosíntesis y cómo alimentarse del compost en el que se empiezan a crecer. Al principio, cuando tienes en tus manos las semillas, las plantas con muchísima ilusión. Las fotografías que aparecen en Internet son preciosas, y parece muy sencillo tener un jardín sano con flores muy bonitas. Sin embargo, la realidad es un poco diferente.

Cada planta y cada persona representamos un pequeño mundo, completamente diferente al de los demás. Crecemos y nos desarrollamos en base a nuestro ambiente, y también en base a los factores del ambiente, pero también a los nuestros propios. Igual que las plantas, también podemos caer enfermos. Es cierto que las plantas son seres vivos y que, de alguna manera, también podemos considerarles inteligentes; pero también es cierto que, si utilizamos algún tipo de fertilizante o de producto para fumigar las plagas, podremos ayudarles a crecer más sanas. Siempre está la opción de no aplicar nada a las plantas y que sigan su "proceso natural", pero regarlas y ofrecerles un poco de cariño y apoyo nunca está de más. Con las personas ocurre lo mismo.

Muchas veces, para las personas que experimentamos problemas relacionados con la salud mental, pedir ayuda externa para continuar floreciendo nos resulta un proceso complicado; en parte, porque cuando te ocurre algún problema que no es físico, es muy difícil de explicar, incluso de que tú mismo lo comprendas. Cuando nos duele la cabeza, sabemos que, si nos tomamos un Ibuprofeno, el dolor desaparecerá en poco tiempo, pero aún no hemos instaurado muy bien en nuestra sociedad que, cuando nos duele algo que no puede ser tangible, también tenemos a nuestro alcance recursos que pueden ayudarnos a sanar este dolor.

Deberíamos empezar a agradecer y utilizar en nuestro favor los recursos externos que las personas nos dan para seguir floreciendo. Deberíamos ser como las plantas.

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