miércoles, 5 de mayo de 2021

¿Cómo andas de salud mental?

    Son las siete de la mañana y suena el despertador. A Juan le cuesta escucharlo, anoche intentó de nuevo ahogar los problemas laborales y económicos en varias copas de vino.

María, sin embargo, apenas ha dormido. Su intento por cumplir con sus obligaciones profesionales y familiares le ha generado un estrés que no es capaz de controlar. Saca fuerzas no sabe de dónde, pone los pies en el suelo, se dirige de forma autómata al pasillo, abre dos puertas y dice:

- ¡Arriba chicos! Es la hora. Un fantástico día nos espera.

- Mamá, ni se te ocurra encender la luz. Estoy harto de tu estúpida alegría mañanera. No me pienso levantar.

María, opta por ignorar el enfado de su hijo, intenta convencerse de que esos arrebatos forman parte de la adolescencia que atraviesa, pero le empieza a preocupar la frecuencia y la intensidad con la que estos se producen últimamente.

Mientras preparar el desayuno y almuerzo a todos escucha a su hija gritar ante el espejo:

- ¡Qué asco me das! ¡Eres fea y gorda! ¿A quién vas a gustar?

- Cariño, esos vaqueros te sientan genial. Le dice María a su hija cuando la ve por el pasillo avanzar pretendiendo que se forme una imagen de sí misma más ajustada a la realidad.

- ¡Déjalo Mamá! No voy a desayunar. Espeta cogiendo la mochila y abriendo la puerta.

María, decide hacer lo mismo antes de estallar. En mitad del atasco que fielmente le espera cada mañana a la entrada de la ciudad realiza un repaso mental de su apretada agenda. Duda que pueda acudir a la cita del fisioterapeuta al final de la jornada laboral; pero ya la ha cancelado varias veces y los dolores de cabeza y espalda son difíciles de soportar.

- ¡Debes organizarte y priorizar! Repite su mente, pero ella no sabe qué dejar atrás.

Sacrifica su tiempo de comida para poder cumplir con todas las tareas que un jefe exigente y nada empático le ha asignado esa mañana. Por primera vez, logra salir a la hora que marca su contrato.

En el trayecto a la clínica, suena su teléfono, activa el manos libres y exclama:

- ¡Hola mamá!

- Hija, estoy preocupada, tu padre se despista con facilidad Ayer no recordaba dónde había aparcado el coche.

- Mamá, solo son pequeños olvidos. A mí también me pasa. Le contestó para desdramatizar.

- ¿Por ahí qué tal vais?

- ¡Todos genial!

Cuelga para no llorar y toca un timbre con quince minutos de retraso.

- ¡Bienvenida María! Expresa Pedro cuando la ve entrar, ocultando en su saludo lo mucho que le desagrada la impuntualidad.

- Gracias. Siento contracturada toda a espalda y creo que esto es lo que me está ocasionando hace semanas dolor de cabeza, mareos, insomnio…

- Más bien pienso que es todo lo contrario. María ¿Qué tal anda tu salud mental?

- Bien ¿Por qué?

- Por nada María, por nada. Estoy contigo enseguida. Contesta Pedro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario