miércoles, 5 de mayo de 2021

Cena de gala


Por fin nuestro querido primo Robertito había terminado sus estudios universitarios. Era una ocasión feliz.

Todos los hermanos, primos y familiares más cercanos decidimos que el siguiente fin de semana, tendríamos una cena familiar en un elegante restaurant en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires.

Todo coordinado, era cuestión de esperar el sábado por la noche para disfrutar de una bonita reunión familiar.

Iban llegando uno a uno los familiares, todos muy elegantes y con un regalo para el flamante licenciado.

Al acercarse uno de los tres meseros asignados a nuestra mesa, pregunta a una de las primas: ¿gaseosa o vino señorita Andrea? Ella se decide por un poco de vino.

No dejó de causar curiosidad de dónde se conocían la prima Andrea con el mesero.

A lo que ella explicó cuando él se hubo alejado: hace más de 1 año que trabajo en el Centro de Salud Mental y él es mi pacientito. Tiene un problema mental que no representa un peligro si lo trata con responsabilidad tanto en el Centro de Salud Mental y la familia del joven.

Él ya había avanzado 2 etapas en su tratamiento y ahora podía sentirse útil en la sociedad trabajando y conservando su independencia.

Podría decirse que la conversación la primera hora giró en torno al trabajo de la prima Andrea.

Nos contó que uno de sus pacientes más queridos es el señor José. Ya está rondando los 70 años y en sus tiempos mozos fue un reconocido abogado. Por diversos reveses de la vida sufrió un trastorno mental, afortunadamente provenía de una familia adinerada que podía pagar su internación en el Centro de Salud Mental. Recibía toda la atención médica necesaria y debido a que la Andrea es una persona de fácil trato, se ha ganado la simpatía de este ilustre escribano.

Cada día que lo visita en su habitación para proporcionarle su medicina, ella recibe como agradecimiento un hermoso poema.

Le ha escrito un poema a: sus hermosos ojos negros, a su radiante sonrisa, a sus delicadas manos, a su caminar tan elegante… pero todos tienen la misma conclusión: "La amo hasta los pies de Cristo". He podido leer todos esos bellos poemas en una ocasión posterior.

Más de una vez le ha preguntado qué significa aquella enigmática conclusión, pero siempre recibe la misma respuesta: "es un secreto del poeta".

No hay duda de que mi prima Andrea tiene todas las cualidades profesionales y humanas para este trabajo, pues las anécdotas seguían una tras otra, hasta que llegó el agasajado y fue momento de ponernos de pie e ir a dar un afectuoso abrazo de felicitación al Robertito.

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