Sentí que mis sueños se desmoronaron, como el castillo que construía en las playas de Bocagrande, Cartagena, cuando menos lo esperaba venían las olas y lo desaparecían. Mi padre era maestro en un municipio de Bolívar, de cuyo nombre no quiero acordarme. Viajaba lunes temprano y regresaba viernes en la tarde. Pero eso cambió cuando al pueblo llegaron guerrilleros y paramilitares. "Después de seis de la tarde nadie debe estar en la calle", perifoneaban hombres vestidos de militares en medio de la oscuridad. Se escuchaban disparos lejos del pueblo y al día siguiente los cuerpos a la intemperie ponían nervioso a la gente. Eso le contaba papá a mamá sin que me oyeran. Otro día vi el terror en el rostro de mi padre diciéndole a mamá que hombres armados llegaron con lista en mano y los llamados iban a la plaza, mientras papá hablaba, imaginaba el pueblo porque alguna vez él nos llevó. Dispararon a seis hombres en la frente y la desconfianza creció porque se temía que hubiera un informante infiltrado, ¿de quién?, no sé, escuché a papá. Prosiguió: hay un problema de salud mental que se siente en el ambiente, padres de familia, estudiantes y profesores en su mayoría, que somos de muy lejos.
Uno de los grupos mató a mi padre. Dijeron que era informante de la guerrilla, también dijeron que lo mataron por enseñar más de la cuenta su cátedra de Ciencias Sociales. Mamá no soportaba la muerte de papá. Le lidiaba su dolor, le decía: llora mamá, sácate ese dolor. Me preguntaba con su mirada triste, ¿haz llorado la muerte de tu papá? La lloro por las noches, mamá. También preguntaba con el mismo dolor, ¿cómo estás, hijo?, bien, mamá, soy el hombre y debo cuidarte. Me abrazaba con fuerza. No quiero que seas profesor. Es lo que deseo estudiar, quiero ser como él. Recuerda mamá, papá fue hombre de vocación, buen maestro, sabía lo que hacía. Le dije que renunciara, pero no hizo caso. Tranquila, mamá, duérmete. Se dormía tranquila, entonces me tocaba llorar hasta la madrugada, soñaba con papá hablándome de la vida, excusándose por su partida prematura. Me dormía jugando a la pelota, haciendo una patineta para manejarla en mis sueños, volábamos cometas y el susurro de su voz diciéndome: Siempre ten presente tus sueños, la vida continúa. Así viví mi duelo.
"La muerte de papá fue algo negativo en mi vida, pero él hubiera querido que jamás me derrumbase. Sí, su partida dolió, pero evoqué dilemas a los que me exponía: si muero, ¿morirías conmigo, o dices sí a la vida? Me alentaba a decirle sí a la vida", eso dije a la psicóloga, preocupada por mi salud mental porque nadie me vio llorar la muerte de papá. Además, sentí que después de su muerte fue amigo y confidente. Eso ayudó mucho. Recobré el camino, los sueños se hicieron realidad, cuando eso pasó vi el guiño de papá en los sueños diciéndome que valió la pena.
"La muerte de papá fue algo negativo en mi vida, pero él hubiera querido que jamás me derrumbase. Sí, su partida dolió, pero evoqué dilemas a los que me exponía: si muero, ¿morirías conmigo, o dices sí a la vida? Me alentaba a decirle sí a la vida", eso dije a la psicóloga, preocupada por mi salud mental porque nadie me vio llorar la muerte de papá. Además, sentí que después de su muerte fue amigo y confidente. Eso ayudó mucho. Recobré el camino, los sueños se hicieron realidad, cuando eso pasó vi el guiño de papá en los sueños diciéndome que valió la pena.
No hay comentarios:
Publicar un comentario