Cada día, camino al trabajo y bien temprano en la mañana, Noé toca a la puerta de aquella casa que desde muy joven frecuentaba para visitar a Francisca.
_Buenos días Panchita ¿puedo pasar?-le pide Noé atentamente.
_Sí hijo ¿cómo no? Entra y toma asiento-le dice la anciana.
_Le he traído unas frutas para la merienda, mi viejita. Espero que haya consumido las verduras ayer.
_ ¿Las verduras? ! Ah, sí! -dice Panchita que se queda pensando ¿quién será esta criatura, Dios mío? Su carita me parece conocida; pero ¿de dónde?
El joven se sienta en el butacón que durante años ha estado cercano al librero junto a una comadrita en que Francisca ha pasado toda su vida leyendo apasionadamente. Intenta, como siempre, sostener un diálogo lo más coherente posible para sugerirle que haga sus ejercicios matutinos, tome su desayuno y use el bastoncito mientras se traslada de la cocina al baño.
_No te preocupes .Estoy bien. La paso viajando .No había regresado del cuarto círculo (el del Sol, los espíritus sabios) en que amablemente me colocara Dante cuando tuve que convencer a Gioconda de que no soy Juana para que me sacara de Tordesillas.
Noé ha quedado estupefacto .Ciertamente la negación suele ser un recurso que utiliza muy a menudo en relación con la queridísima Panchita y su salud mental. Aún con tantos años de esa relación especial no puede permitirse que ello nuble su juicio como profesional.
Había perdido a su madre siendo todavía un jovencito .El padre trabajaba hasta muy tarde tratando de levantar la economía familiar porque de ello dependería la satisfacción de las necesidades de sus hijos. Así las cosas, los chicos aprendieron a cocinar, lavar y limpiar temprano .Noé llenaba de orgullo a su progenitor por su buen comportamiento y las mejores notas .Participaba en cuanto concurso literario convocaban para regocijo de su profesora a la que siempre le dejó entrever que lo de él eran las ciencias.
_ ¿Hijo? Te has quedado extrañado.
-No Panchy .Estaba pensando que se me hace un poquito tarde para llegar al trabajo ¿Sería tan amable y me extiende su brazo para tomarle la presión arterial? Quédese relajadita que enseguida terminamos.
Ahora corresponde a ella cumplir con la petición que con tanto afecto le estaba haciendo la criatura desconocida .Su carita no le es tan ajena, ¿verdad?-se pregunta.
El chico retira el esfigmo y le da dos palmaditas en el hombro.
_Está bien mi viejita. Gracias a la dieta, los ejercicios que Alexis viene a hacerle, las pastillas…estoy conforme-y sonríe.
_De pronto Panchita irritada dice:
_No puedo hacer los ejercicios, chico ¡Me voy para Matanzas a una tertulia con mi amiga Carilda Oliver Labra!
_Tranquila Francisca…
Llorando la anciana pregunta:
_ ¿Tampoco tú me crees?
Noé la abraza tiernamente y le dice:
_Aunque nadie te crea, yo sí.
Cada día, camino al trabajo y bien temprano en la mañana, El Dr. Noé toca a la puerta de aquella casa que desde chico frecuentaba para visitar a su profesora Francisca.
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