Afortunadamente existe Mariela.
Mariela pone todos los domingos su puesto en el mercadillo dominical donde atiende a su público. Quieren ayudarla y eso les ayuda -y además entretiene a sus hijos-. Ella les a los niños cuando domó al mar y cuando se dejó llevar por la espera, y la miran ensimismados porque habla otro lenguaje, mágico y bueno, y pone a volar su imaginación, y hay algo en su mirada que ellos no encuentran en sus padres, tan cuerdos…
Ha sido diagnosticada de esquizofrenia paranoide por los servicios de Salud Mental, que sí, que no digo que no, pero menos mal que existe Mariela, y los locos, que según los estudios solo cometen el 10 % de la violencia criminal, lo que quiere decir que la gente "normal" comete 9 veces más crímenes, así menos mal que existen locos… Ojalá hubiera más… No tenemos esa suerte… Nos despistan porque nos enseñan a las claras que no se sabe por dónde pueden salir, como si los "cuerdos" no salieran por peteneras todo el rato; matando a sus mujeres, a los hijos, violando, robando con violencia y sin, maltratando a los niños o a los animales… Los grandes directivos de las fábricas de cosméticos no estarán locos, pero ojalá lo estuvieran y así no abrirían el cráneo de los perros para experimentar con ellos….
Mariela es un ser especial quizá por eso, porque es buena. No hay gente más buena que los locos, eso dice siempre su psiquiatra… Mariela se cruza en el pasillo de su centro de Salud Mental con Robustiana, que llega a la consulta con su marido y se queja porque está harta de que el Paco, que la acompaña en la consulta, esté siempre con líos de faldas con las vecinas; que ahora se había liado con la del cuarto, también de 86 años, pero la semana pasada le puso los cuernos con la de abajo, de 27 años… El presunto infiel, sentado a su lado, viejo, tuerto, gordo y calvo ni siquiera contesta, ya son 53 años de celotipia esquizoide, pero él la quiere. Porque aparte de eso es buena, alegre, divertida y ama a su familia por encima de todo, y le cuida… Y además piensa que es un hombre absolutamente irresistible para todas las mujeres, y eso también es bonito para él, que la única que le ha mirado con deseo en toda su vida ha sido ella… El psiquiatra no la mira raro; la escucha, y sabe que ella sufre creyendo en esas infidelidades…
Mariela sufre cuando un desconocido la mira como a una loca en su "Puesto de las Tensiones"; botecitos donde uno puede llegar y dejar su tensión con la suegra en el bote de tensiones con suegra, o el de política –de ese tuvo que poner varios porque se llenaban enseguida- , el de la ira o el de herencias… Y los vecinos se acercan y Mariela les escucha y encierra sus palabras en el bote que corresponda.
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