"¡Que tristeza, ni que tristeza, eso es para flojos!", nueve palabras que hacen que brinque de la cama y que hasta el momento me hacen sentir inútil, sobre todo cuando no puedo lidiar con ese dolor dentro mío…a veces, solo a veces espero estar solo para llorar…
Vivo aun en casa de mi abuela, con mis padres y mi pequeña hermana; nos cobija una casa antigua que al centro tiene un pequeño jardín. No saben cuánto amo ese jardín, suele cobijarme en mis momentos de angustia, en aquellos donde siento que mi propia existencia lastima y que el respirar son solo bisturís que ingresan por mis orificios nasales.
No quiero ser dramático, iría en contra de todo lo que me han enseñado, solo que…necesito adquirir fuerzas para lo que hare, fuerzas que desde hace tiempo no tengo.
Crecí bajo las directrices y las reglas de una casa donde se esconde y se calla el dolor, aunque está presente cada minuto y nos ahoga con sus "brazos", no obstante, lo seguimos negando.
Mi abuela: quien hasta ahora demuestra afecto lastimando verbalmente a mi madre e ignora a mi padre. Mientras que con nosotros (sus nietos) intenta pagar una "deuda", parece que nos adora, aunque al mismo tiempo nos odia.
Mis padres: mamá demuestra una extrema fuerza llegando hasta la prepotencia (aspecto que me lo demostró con un par de duchas frías y golpes); papá…él solo es una sombra en casa y su afecto fue casi nulo, aunque a mamá solía demostrarle "algo" con marcas permanentes que le decoran brazos y piernas. Sus expresiones se detuvieron cuando llegue ebrio y lo amenace con denunciarlo a la policía (tenía 16 años) para después dejarme un "obsequio" quemando todos mis libros y forzándome a trabajar después del colegio. Aspecto que…pensándolo bien, le agradezco, porque pude salir (aunque un poco) de aquel laberinto de emociones y crisis.
Mi hermana…pues…sé que ella gritaba por ayuda, es una adolescente que sufre por su cuerpo y por su falta de confianza, y no puedo juzgarla si ese mismo sentimiento hace que frustre mis relaciones amorosas. El ver sus brazos con marcas de dolor y su agotamiento por sus extremas dietas me alertaron…me atormentaron. Intente ayudarla pagando un psicólogo y al parecer esta mejor, pero debe ser un secreto para mis padres…es lo mejor.
Yo…pues…sé que no tengo salud mental (si eso es), las palabras de mi abuela y mis padres aún me hacen dudar en pedir ayuda. Yo…ya estoy viejo, ya me acostumbré a sentir lastima por mí. Ya me acostumbré a que no crean en mi tristeza y que duden de mis sentimientos. Ya me acostumbré a los regaños por intentar huir de este mundo o desaparecer en mis sueños.
Pero…hoy (justo en mi cumpleaños) y a mis 36 años por fin tomé la decisión, y aunque hice llorar a mamá y tengo el resentimiento de papá, iré al psicólogo…tengo miedo y siento flotar, pero no puedo más, ni con los demás…
No hay comentarios:
Publicar un comentario