Muchísimas personas poseen una excelente salud física y, sin embargo, no disfrutan y no reconocen tal situación. No asumen una condición mental, que supone una clara conciencia de la situación que se experimenta; no perciben salud mental.
La salud mental es el bienestar general de la manera en que se piensa, se regulan los sentimientos y se comporta.
A veces, las personas experimentan una importante perturbación en este funcionamiento mental.
Mucho se ha escrito sobre lo que debemos ser, poco sobre lo que somos: cómo es la naturaleza biológica y social de los seres humanos y su influjo sobre las sociedades humanas.
El miedo, la preocupación y el estrés son respuestas normales en momentos de incertidumbre, en situaciones de cambios o crisis.
Es comprensible que se experimenten estos sentimientos, como en la pandemia COVID-19.
En nuestra época la influencia de los medios de "comunicación social" se ha amplificado en las "redes sociales", lo que permite con más facilidad crear "realidades virtuales" que son imprevisibles.
Así, hoy tenemos temas como "el cambio climático", "la desigualdad social" y otros donde los «esquemas mentales» predominan.
Hoy como ayer, ante la evidencia de hechos que perturban la vida humana la gente se imagina cómo evitarlos y ha sido así desde el inicio de las ideas.
Las poblaciones humanas viven en diversos ambientes híbridos, construidos con ecosistemas naturales.
Sus juicios de conocimiento están influenciados por los juicios de valor, un estado mental caracterizado por la cultura y la particular circunstancias que experimenta una persona.
Basta con mirar las poblaciones que habitan en todo el planeta para percatarse que el acervo cultural es diferente, distintivo y marca la diferencia.
Hace unos días, en entrevista de prensa Gary Kasparov señaló:
"Es hora de entender cómo incorporamos todos los grandes avances tecnológicos a una nueva visión del mundo".
Todas las personas tienen habilidad de reflexionar sobre sus propios pensamientos y de evaluar la precisión de las decisiones que toman, pero esta "metacognición", que permite emitir juicios sobre las propias ideas, es poco ejercida para obtener salud mental.
Esta habilidad podría contribuir en los tratamientos de enfermedades neurológicas y psiquiátricas.
Una sociedad que le atribuye relevancia a la propia conciencia, puede también reflexionar sobre sus decisiones, sus procesos, sus juicios, sus errores y sus proyectos.
Por ello, el "aprendizaje cultural" es imprescindible para el logro de la salud mental.
Es una forma inteligente de manejar el estrés, donde las computadoras nunca se apagan y el trabajo nunca finaliza.
Si se integran los conocimientos sobre los individuos, la población, los ecosistemas y la mente, entenderíamos la relación entre las culturas humanas, alcanzando decisiones públicas efectivas, en el futuro del planeta y la sociedad, con políticas efectivas para la seguridad internacional.
Toda reflexión –como la aquí expuesta- tiene ideas y palabras de muchos pensadores de los últimos tres mil años; citar sus nombres y sus palabras sería un absurdo ejercicio de enciclopedia que desviaría la comprensión de los pocos juicios aquí delineados.
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