martes, 11 de mayo de 2021

El reencuentro

    Nunca en mis diez años de trabajo en el ámbito de la psicología me encontré un caso como el de Emiliano García, mi amigo colombiano de la infancia. Desconocía todo lo que le había sucedido en el período de tiempo que me instalé en Madrid con mi familia, donde pude acabar el instituto y la carrera de psicología. Decidí retornar a mi pueblo de origen cuando me cansé de la estresante vida metropolitana para trasladarme a mi querido pueblo pesquero en la costa de Galicia. No tardé mucho en encontrar local una vez instalado en la casa de mi familia y menos tardó la familia García en cruzarse en mi vida de nuevo.

¡Los García, que familia! Son los dueños del cotarro en todo el pueblo, Santiago es el jefe y el hermano mayor de Emiliano. Fue el primero en hacerme una visita. Nunca lo olvidaré vino a mi al enterarse de que había llegado al pueblo un nuevo psicólogo, cuando me vio reconoció al chaval que de pequeño jugaba felizmente con su hermano en el pazo que su familia construyó. En este momento me contó la realidad de su hermano, que se convirtió en mi primer paciente.

Fue un recuentro de lo más extraño, Emiliano ya no era el que conocía, había algo que no sabía, algo que le había trastocado. No tardó en contarme un resumen de su vida, se casó tuvo un hijo y tenía la vida que deseaba. Pero no duró. Todos en el pueblo conocen los negocios poco lícitos de la familia García y es bien sabido que el padre de Emiliano es uno de los narcotraficantes más grandes de toda Colombia. ¿Por qué es importante esto? Porque asesinaron a sangre fría a la joven familia de Emiliano. Por lo que me había contó su padre vengó estos actos, sangre por sangre, pero a mi amigo que siempre rehuyó la "empresa" familiar, le daba igual. Nunca olvidaré las palabras que me dijo Emiliano cuando lo empecé a tratar en mi consulta: "Desde que los perdí estoy atrapado en un vacío infinito, en un bucle de oscuridad en mi mente, los veo y no puedo evitar culparme, culparme por su muerte, mi cabeza no puede salir de esto. Intenté suicidarme una vez solo por volver a verlos, de verdad que pensaba que era lo que tenía que hacer…" -En este momento rompió a llorar hasta que prosiguió- "… Mi hermano me encontró a punto de desangrarme en el baño, me sacó de ahí y desde ese día tengo a dos matones vigilándome constantemente. Tiene buenas intenciones, pero no puede entender lo que vivo, esta angustia. Este dolor. Este vacío."

Desde que conocí a Emiliano siempre supe que era una persona bondadosa, no interesada en sus negocios familiares y como profesional dictamino que tiene grandes problemas de salud mental suficientes como para no juzgarlo por los crímenes de su familia.

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