- ¿Y qué tal vas de lo tuyo?
- Mejor, me está ayudando hablar con alguien.
- Bueno, ya sabes que me tienes aquí para lo que quieras, que no hace falta que le cuentes tus problemas a una desconocida.
- Ya, pues mira, quizás sea algo que no entiendes hasta que no lo vives, pero me es más fácil.
- ¿Y eso?
- No sé, no siento ningún tipo de presión porque no me siento juzgada, no tengo que cumplir ninguna expectativa y puedo decir libremente lo que pienso.
- Bueno, a ver, que yo tampoco te iba a juzgar, no sé qué te piensas.
- No es tan sencillo decirlo como hacerlo, todos estamos todo el tiempo juzgando todo, es inevitable, es un mecanismo de supervivencia, y el condicionamiento que lastramos de las experiencias vividas a lo largo de los años nos hace parciales.
- ¿Pero eso le pasará también a tu psicóloga?
- Claro, pero ella ha estudiado para seguir un método durante las sesiones y no sé explicarlo, pero como que te sueltas, pierdes el miedo a ser tú misma.
- Yo es que no podría fiarme de una pseudociencia, lo más probable es que solo valga para hacer efecto placebo.
- Aunque así fuera, no le vería nada de malo. Pero sinceramente, igual que te fías del criterio de un médico o un enfermero, ¿por qué no habrías de hacerlo de un psicólogo? Son profesionales de la salud, expertos en disciplinas que con el paso de los años han ido progresando gracias al método científico.
- Aun así, por lo que he visto, sigo sin confiar en ello.
- ¿Y en qué te basas para decir eso?
- Porque me parece que lo quieren solucionar todo con pastillas.
- Creo que confundes el psiquiatra con el psicólogo, ¿sabes cuál es la diferencia?
- Hmm… no. -El psiquiatra es el médico, te hace un primer reconocimiento para ver si tienes síntomas de alguna enfermedad grave, de ser así podría recetarte medicación o incluso redirigirte a un centro especializado. Sé que suena mal, pero la metodología no difiere de lo que podría pasar si te diagnosticasen, por ejemplo, un cáncer. Te darían un tratamiento especial con el objetivo de que te recuperaras lo antes posible: medicación, terapias… lo que fuera necesario. Lo mío es tratado por el psicólogo, una especie de enfermero mental que te va proporcionando las vendas y los desinfectantes para que vayas cuidando el trauma hasta que sane, dándote un trato más cercano y personal. Al principio era reticente, como tú, pero con el tiempo comprendí que todas las afecciones necesitan de un especialista para ser tratadas y la salud mental no es menos.
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